jueves, marzo 04, 2010

NEBOT




Jaime Nebot convoca a una marcha en Guayaquil. Con banderas celestes y blancas llama a su ciudad a volcarse a las calles para conseguir que el Ministerio de Finanzas regrese al ábaco y haga bien las cuentas. El Ministerio y la colectividad, por su parte, han pedido a Nebot que trabaje con su calculadora a ver si algo falla, porque está más que demostrado que este gobierno, en este año, le ha entregado al cabildo guayaquileño la mayor cantidad de dinero de todos los tiempos. El resto de ciudades de la República están más que conformes con la repartición que Finanzas ha hecho.
¿Qué es lo que pasa con Guayaquil? Bueno, todos lo sabemos. Eso de haberse acostumbrado a hacer las cosas separatista y desligadamente. Eso de maquillar la ciudad, eso de construir barrios lujosos que están cerca de las más miserables periferias. Eso de adecuar una calle céntrica como la 9 de Octubre, con todas las comodidades que la modernidad exige, dejando las cuadras siguientes en el más recalcitrante olvido. Eso de maquillarle al río Guayas con un malecón que desde el Barrio de las Peñas hasta el Palacio es una maravilla de ciudad satélite, estilo Miami Beach (nada guayaquileño), pero desde los barcos turísticos se puede ver la miseria de lado a lado. Vaya modelo de desarrollo: empieza desde San Borondón y no se llega nunca a la Prosperina; se construyen bellos túneles y pasos a desnivel para contemplar los enormes Molls de la ciudad, mientras desde un cerro se mira los cinturones de pobreza de la ciudad. Se pone derecho de admisión en los parques públicos, se purifica el agua en el sector de la riqueza, mientras que los tanqueros siguen llegando a los sitios más pobres con agua.
Algo pasa, señor Nebot, con su modelo de desarrollo.
Una nueva marcha en la que saldrán célebres frases de regionalismo y separatismo. Otra vez usted señor Nebot buscando el liderazgo que nunca pudo lograr en el país porque siempre perdió las elecciones a la presidencia. Y entonces ahí le tiene a su ciudad, dándole toques de carmín, pintándole las uñas, mientras que la pobreza crece y usted se preocupa por ponerle bonita a “las casitas del barrio alto/ con tejas y ante jardín/ una preciosa entrada de autos/ esperando por un Peugeot”, como dijo alguna vez, con sórdida e inteligencia ironía Víctor Jara.

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