lunes, julio 31, 2006

AUTE

Con algunos artistas (muy pocos) uno debe detenerse a reflexionar sobre ese estado terrible que sufre el hombre, cuando el mismo resulta ser su propia competencia. Cuando un creador, un hombre que ha dado mucho para fortalecer su huella en el mundo, un ser que ha entregado todo para los otros hombres inteligentes y sensibles que lo entienden, llega a un momento de su historia creadora en que pareciera que ya no va a poder más, pero entonces urge aquella lucha consigo mismo, sin cuartel.
Este es el caso del cantautor Filipino-español Luis Eduardo Aute. Después de su penúltimo disco “Aire”, creímos que ya nunca sería el mismo y que en los próximos discos iba a comenzar “la retirada”, porque superarse así mismo resultaría imposible. “Aire” era demasiado. Pero nos demostró que él está aún en ese momento delicioso en que se encuentran los adolescentes alborotados de hormonas, cuando quieren conquistar a la novia, pero a su vez quieren conquistar otras mujeres (muchas novias) y entonces se miden sus fuerzas ellos mismos y no pueden creerse de lo que son capaz.
Esta reflexión es para aplaudir a Aute. Alguien ha dicho que hay ya muchos hombres que con lo que han hecho en la vida, podrían “morir en paz”, sin atormentarse por su herencia al mundo. Esos hombres ya están “más allá del bien y del mal”. Aute hace rato que ya es un inmortal de la música. La gente recuerda siempre su “Al alba, al alba..” y su “Sin tu latido”, como piezas universales de la música.
De repente llego a abrazar su nueva música. Su compañía de discos antigua no hizo lo que debió hacer en nuestro país, que era fomentar su talento, pese a que en el Ecuador tiene una alucinante fanaticada que lo ama. Un amigo me envía de España su último disco “Alas y balas”. Y allí está él y su pintura (el poeta-músico-pintor-cineasta), hombre del medioevo que “todo lo hizo bien”, como dice el génesis. Y entonces con una voz clarísima (pese al cigarrillo y los desvelos) y con una guitarra que habla y condensa, sale el Aute renovador de sí mismo.
En el nuevo material hay canciones verdaderamente antológicas. El disco se abre con un extraño sonido de “alas y balas”, dicha canción es un poema perfecto, repleto de giros morfosintácticos (Aute no es cualquier compositor, él conoce, además de los sonidos de los instrumentos, los de las palabras). Sueña el maestro en su música encontrar “en un mar de girasoles, un giraluna”, con una maestría alucinante; este músico juzga con dureza pertinente a los sacerdotes pedofílicos, componiendo la canción “No es en vano”, que con un tono de chanza, crítica duramente a la iglesia.
Aute se refleja en uno y uno en Aute. Sus canciones de amor y erotismo siguen haciendo estremecer, como esa divina pieza poética “Cuando dos cuerpos”, en donde se reflexiona sobre el amor en poquísimas palabras reiterativas: “Cuando dos cuerpos se aman/ se hace la carne poesía”.
A lo largo de todo el CD “Alas y balas” uno deja de ser uno y pasa a ser hijo de su vibrante imaginación y de su siempre despertar.
Dónde viven estos hombres, estos seres que no desmayan nunca. Que Aute siga entregándonos la horchata de su voz, y de su poesía. Y que sea por siempre. Siempre.

miércoles, julio 26, 2006

PEDRO GIL: El poeta estaba borracho pero ya reaccionó

Hay un poeta extraño en Manabí. Nació en Manta, en 1971. Ha publicado ya cinco poemarios y estuvo largamente enfermo, con esa enfermedad mortal del alcohol y la desolación. Pero ha decidido curarse, extrañamente. Digo extrañamente, porque todos los que conocíamos la figura y poesía de Pedro Gil, el poeta en cuestión, creíamos que nuestro poeta social, se iba a ir con sus cantos hacia donde ya no se le puede escuchar en tercera dimensión. Es decir, creíamos que Pedro iba a morirse espectacularmente, como un poeta decapitado, o un romántico inglés, o un antiguo condenado en la torre de Londres. Creímos que Pedro Gil iba a irse de nuestro lado, luego de un terrible delirium tremens (que a propósito, así es como se llama uno de sus poemarios extraños dentro de la literatura ecuatoriana: extraño porque Pedro solo dice la verdad. Y solo dice su verdad, y su verdad es tan corta, pero es tan nuestra, tan de todos. Todos sufrimos lo mismo).Alguna vez, en la bella Guayaquil, en un encuentro de escritores, llegué a decir a unos compañeros vates, que todos pronto seremos cómplices del asesinato a Pedro, porque Pedro necesita otra cosa, y no esa fama perdurable y soez de "Poeta marginal" y por esa fama se hizo famoso en Quito, una editorial decidió embanderarlo con ese calificativo, que en otras sociedades hubiese sido tan despectivo como decirle "leproso". Pero se dio así, y Pedro era nuestro poeta marginal y nuestro poeta borracho. Nuestro Edgar Alan Poe (personaje al que Pedro le escribió uno de sus mejores poemas). Recordé alguna vez, a propósito de Pedro, un bellísimo poema de Rubén Astudillo, que hace referencia a Dios, en el que dice: "...todos lo asesinamos...". Y era verdad, todos hacíamos mofa, y decíamos que Pedro es un "tremendo personaje", pero no pensamos que su vida era una horrorosa laguna de problemas y traumas y aberraciones. Pero, quien creyera, el poeta era -es- tan inteligente, que él mismo se dio cuenta, y entonces decidió regresar, cambio de lugar al "sano juicio" (así como se llama su último libro de poemas) un texto realmente espeluznante dentro de nuestra literatura, porque es el texto de la depresión y del riesgo. Es el texto de la desolación, de ese encontrar a la mujer amada y pedirle ayuda, como si el alcohol y la marginalidad fueran los fascistas de su propio campo de concentración. En este libro (además traducido al ingles, en una edición auspiciada por el Archivo Histórico del Guayas) se deja notar al Pedro atravesando la larga resaca de la abstinencia. Cuántos alguna vez se han sentido en ese trance brutal de la renuncia a si mismo. Ahora Pedro Gil es otra vez aquel muchacho noble, simple, que conocí en 1994, a quién le gustaba la poesía simple, sin aspavientos, sin palabras extrañas, sin falsos cripticismos, que tanto mal han hecho a los poetas de mi generación. Ahora Pedro está irreconocible. Sigue amando con fruición a los poetas, sigue creyendo en ellos. Y está enamorado de la poesía y de la mujer que se ha dejado habitar por su persona y por su valentía. Y está, como siempre, tramando deliciosos poemas. Ha vuelto a ser el "juicioso" que mira al mundo desde el otro lado, que es el lado de la inteligencia. Sigue amando al hombre y a la mujer de la Patria dolorida que somos. Pedro ha vuelto a nacer. Pedro es otra vez vida. Y otra vez poesía.

martes, julio 18, 2006

MIGUEL ANTONIO CHAVEZ Y AUGUSTO RODRÍGUEZ

Hace pocos días Miguel Antonio Chavez y Augusto Rodríguez me invitaban al lanzamiento de sus libros en Quito. Yo, lamentablemente, no pude acompañarlos. Me dio mucha pena no poder estar con ellos. Sobretodo porque son mis amigos y los considero mucho.

Conozco la narrativa de Miguel Chavez desde hace algunos años. Miguel Antonio asistía con cierta frecuencia al taller que dirigía Marcelo báez. Allí también conocí a Omar Balladares, Mariano Barona y Luis Cordero. Miguel siempre tenía a buen recaudo su extraordinaria sutilidad humorística en la lengua. Dueño de una perspicaz ironía que ha sabido usarla estupendamente en su literatura. Por algo nos ha entregado un libro prometedor y bien armado: "Círculo vicioso para principantes". En casi todos sus cuentos, el autor nos trata de tomar el pelo. Y en muchos lo consigue. El manejo de su humor linguístico está condimentado por una riquisima dosis de citas intertextuales que producen un discurso de ficción real. Chavez es un escritor culto. Su literatura, estoy seguro, va para largo.

Augusto en cambio lo conocí por la prensa, por su caminar tan lleno de pasos arraigados. Me gusta la gente así. Como va haciéndose camino sin pedirle favores a nadie. Y no solo hizo caminos para él. El poeta Rodríguez abrió el borrascoso sendero para otros amigos suyos que quieren entrar en la palestra de la literatura. Y lo ha conseguido. Ahora todo el mundo habla de Rodriguez. Todos lo alaban o lo atacan. Los ataques recibidos por Augusto y su grupo han sido memorables, pero aquí cabe recordar que siempre el enemigo trabajará para uno. El enemigo es el mejor relacionador público que existe. No hay otro como él. El enemigo es el que te hace famoso. El cómplice, el amigo, el compinche, no. Es el enemigo la mejor arma. Y en Augusto uno reconoce la teoría, porque lo hemos conocido en las buenas y en las malas. Pero el poeta Rodríguez siempre sale triunfante, porque aunque no está inscrito en las "Cifras Mayores" de la literatura guayaquileña (y que Dios lo libre de aquello) ha sabido trabajar a golpe, con dificultades, defendiendo lo suyo, ganandose espacio, "sacándole la lengua sin fe a los tiburones", como díaria la poeta Ana María Iza. Augusto es trabajador con vehemencia.

Miguel Antonio y Augusto, y un puñado de jóvenes, fundaron "Buseta de papel" que ha sido tan vilipendiada por las "ligas mayores", "menores" e "intermedias" de la literatura guayaquileña. Y se han ganado espacio con sus recitales, sus libros, sus festivales, sus ideas sobre la poesía y la palabra.

Debo confesar que hay algunas cosas en las que estoy en desacuerdo con el grupo como tal, con su posición un poco irreverente, y con la idea de triunfalismo total. Pero ellos hacen mucho, muchísimo más que cualquier otro poeta consagrado. Ellos acercan la poesía a la gente, a los más jóvenes.

No he revisado la poesía de Augusto como para enfrentarme a un juicio crítico, pero lo encuentro fresco y obsesivo, y eso es lo importante. La obsesión. Es la marca del poeta, pese a todos los garrotes, allí está Augusto, triunfando.

No concuerdo con el grupo "Buseta de papel" en la idea de la "Nueva generación". Creo que hay que revisar esas ideas y revisar la cronología de poetas que ellos proponen como "Nuevos". Pero esto no es peso en la balanza. Son grandes motivadores y hacedores de la cultura del país. Ya nadie puede negarlo, ni sus detractores, ni sus sombras.

No conozco a los otros integrantes. Pero Miguel y Augusto son tipos buenos, talentosos y amantes de la literatura. Y eso ya es mucho pedir en este mundo que, como diría Rubén Darío Buitrón es un "mundo gris, lleno de ratas".

lunes, julio 17, 2006

JUAN GELMAN

Estas pequeñas crónicas que evitarán olvidarme de ciertas cosas
inolvidables comnenzaré a escribir y a guardarlas en mi blog. Comienzo con
Gelman, el enorme poeta argentino.

Lo conocí en México. Caminaba con una ínfima joroba, en donde llevaba el misterio de su voz. Todos estábamos en el Convento de Santo Domingo, en Oaxaca, una de las ciudades más religiosamente bellas del mundo. Buscábamos refugio en tanta maravilla. Esos todos éramos los poetas invitados al “Primer Encuentro de Poetas del Mundo Latino en Octubre de 1999, en Oaxaca-México” Yo llevaba un libro suyo en mis manos. Se llama “Incompletamente” y yo no sé el porqué de ese nombre si en él estaba guardado todo. Yo quería que él lo firmara, y así poderle mirar a los ojos. Y firmó mi libro, pero sus ojos estaban opacados por la neblina de unas oscuras gafas de poeta. En sus ojos estaban depositadas -estoy seguro- todas las lágrimas y las valentías de la vida -de su vida-. Yo ya había leído su “Colera Buey” de “cabo a rabo”, y entonces, como cualquier hombre que lee “la maravilla”, me sentí inmensamente feliz por la tristeza del otro. Juan Gelmán es el poeta que ha hecho de la tristeza el campo de sus palabras. Toda su poesía busca ansiosa a la nieta o nieto que perdió. Y su poesía triunfó, porque Gelman encontró a la nieta que la Dictadura Militar Argentina la arrebató de su lado por 28 años, después de que su hijo y su nuera salieron, como en cualquier ciudad, a hacer diligencias en Buenos Aires, y nunca más volvieron. El asunto se volvió más macabro, porque su nuera llevaba en sus entrañas el nuevo fruto del amor limpio y florecido: un hijo. Pero el abuelo poeta más luchador del mundo -y más triste- nunca se dio por vencido, y después de 28 años encontró a su nieta. Después de todos sus versos. Después de tantas palabras que nunca parecieron necias, pero que el tiempo y el destino hacía entender que la poesía no servía para nada. Juan encontró a su nieta, como un apóstol a su resucitado maestro. Gelmán es un hombre que vivió como poeta, la divinidad de las cosas y las palabras. En Oaxaca leí en su mesa mi poesía, y luego conversamos -cruzamos sería mejor decir- algunos temas. Me preguntó por Jorge Enrique Adoum, su gran amigo ecuatoriano, me habló de su tristeza entredientes, y por último, me pidió que apoyara con mi firma en una carta en la que se estaba pidiendo una investigación, a propósito del crimen de su hijo y nuera, en la República del Uruguay, donde a la final se encontró a su hija. Todos los poetas que estuvimos en el Encuentro, firmamos esa misiva como una obligación. Gelmán era el poema de los poetas de ese encuentro. Recién leí sus poemas en Sefardí: “Dibaxu”, y su delicioso “Incompletamente”. Un hombre que merece con creces el premio “Juan Rulfo 2000” por toda su obra literaria. A toda su inmortalidad. Él y su nieta ahora escriben el mundo. Gelmán me resulta como el Miguel Hernández de la actualidad. Poeta total al que tuve la suerte de conocer. Y del que nunca dejaré de agradecer a los dioses por haberle premiado con el amor y la valentía. Aparte de toda la poesía que nos ha obsequiado. Ni más ni menos.

lunes, julio 03, 2006

LOS EXQUISITOS

Abundan en estos dìas, entre los jóvenes y no tan jóvenes, un discurso "afrancesado" al que alguno de ellos mismo ha titulado "exquisito". Los escritores amantes de los poetas franceses del siglo XX y su tradiciòn de poesía pura (lo extremadamente gracioso es que muchos -por no decir todos- no saben leer ni escribir en francés, sin embargo encuentran la verdadera sensibilidad en la traducciòn) que se ha ido mezclando en su discurso como una epidemia sin vacuna.

"Lo exquisito", si bien he podido entender, consiste en alabar sin fin a la poesìa "pura", repleta de hermetismo, que estè escrito en cualquier otro idioma que no sea el español (y si es en francés, mucho mejor). Algunos de los "exquisitos" suelen utilizar también, en sus discursos, referencias a poetas griegos antiguos para sostener la "profundidad" de su lírica amparada en un "canon" inexistente, fortalecido por el discurso de otro.

Nunca he podido entender como los poetas que no hablan y dominan otra lengua como el francés, el ingles, el alemán, etc. Se atreven a sotener que sus grandes referentes son los poetas extranjeros (me refiero extranjero a la lengua). Buscan los italianos, los ingleses, los franceses, los germanos para sostener una idea de erudición en un discurso sin fundamento. Las traducciones son una versiòn. Los "exquisitos" se olvidan de que la poesía es sonido y silencio. Y que cada lengua tiene un sonido y un silencio distinto.

Yo me quedo con mi lengua. No me "afranceso", no me voy a las Europas sin conocer su sonido. A mí, por favor, los Machados, los Hernandez, los Vallejos, los Nerudas no me quedan cortos. Los grandes poetas de otras lenguas son maravillosos cuando los he leido en bellas traducciones, pero no podré llegar a ellos completamente, porque me falta introducirme en el núcleo de su lengua. Y eso es imposible. "La única Patria es el lenguaje". Es decir que Paúl Celán, Ezra Pound, Ungaretti... me quedan largo, por lo que no pertenezco a la "exquisitez". Los he leído en varias versiones, pero en vista de mi limitaciòn con el estudio de sus lenguas jamás pasaré a ser el "neo exquisito" que mi generación aclama.

Este texto lo escribo a propósito de algún fragmento de los poetas de mi generación que creen que citar a los poetas en otras lenguas es sinònimo de erudiciòn. Y eso, por favor, es pura paja.