Con algunos artistas (muy pocos) uno debe detenerse a reflexionar sobre ese estado terrible que sufre el hombre, cuando el mismo resulta ser su propia competencia. Cuando un creador, un hombre que ha dado mucho para fortalecer su huella en el mundo, un ser que ha entregado todo para los otros hombres inteligentes y sensibles que lo entienden, llega a un momento de su historia creadora en que pareciera que ya no va a poder más, pero entonces urge aquella lucha consigo mismo, sin cuartel.
Este es el caso del cantautor Filipino-español Luis Eduardo Aute. Después de su penúltimo disco “Aire”, creímos que ya nunca sería el mismo y que en los próximos discos iba a comenzar “la retirada”, porque superarse así mismo resultaría imposible. “Aire” era demasiado. Pero nos demostró que él está aún en ese momento delicioso en que se encuentran los adolescentes alborotados de hormonas, cuando quieren conquistar a la novia, pero a su vez quieren conquistar otras mujeres (muchas novias) y entonces se miden sus fuerzas ellos mismos y no pueden creerse de lo que son capaz.
Esta reflexión es para aplaudir a Aute. Alguien ha dicho que hay ya muchos hombres que con lo que han hecho en la vida, podrían “morir en paz”, sin atormentarse por su herencia al mundo. Esos hombres ya están “más allá del bien y del mal”. Aute hace rato que ya es un inmortal de la música. La gente recuerda siempre su “Al alba, al alba..” y su “Sin tu latido”, como piezas universales de la música.
De repente llego a abrazar su nueva música. Su compañía de discos antigua no hizo lo que debió hacer en nuestro país, que era fomentar su talento, pese a que en el Ecuador tiene una alucinante fanaticada que lo ama. Un amigo me envía de España su último disco “Alas y balas”. Y allí está él y su pintura (el poeta-músico-pintor-cineasta), hombre del medioevo que “todo lo hizo bien”, como dice el génesis. Y entonces con una voz clarísima (pese al cigarrillo y los desvelos) y con una guitarra que habla y condensa, sale el Aute renovador de sí mismo.
En el nuevo material hay canciones verdaderamente antológicas. El disco se abre con un extraño sonido de “alas y balas”, dicha canción es un poema perfecto, repleto de giros morfosintácticos (Aute no es cualquier compositor, él conoce, además de los sonidos de los instrumentos, los de las palabras). Sueña el maestro en su música encontrar “en un mar de girasoles, un giraluna”, con una maestría alucinante; este músico juzga con dureza pertinente a los sacerdotes pedofílicos, componiendo la canción “No es en vano”, que con un tono de chanza, crítica duramente a la iglesia.
Aute se refleja en uno y uno en Aute. Sus canciones de amor y erotismo siguen haciendo estremecer, como esa divina pieza poética “Cuando dos cuerpos”, en donde se reflexiona sobre el amor en poquísimas palabras reiterativas: “Cuando dos cuerpos se aman/ se hace la carne poesía”.
A lo largo de todo el CD “Alas y balas” uno deja de ser uno y pasa a ser hijo de su vibrante imaginación y de su siempre despertar.
Dónde viven estos hombres, estos seres que no desmayan nunca. Que Aute siga entregándonos la horchata de su voz, y de su poesía. Y que sea por siempre. Siempre.
lunes, julio 31, 2006
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1 comentario:
Un ser asi como dices esta mas alla de nosotros, solo esperemos llegar a ser un poquito como ellos(o es que algunois ya lo somos y no nos hemos dado cuenta?)
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