sábado, agosto 05, 2006

"El Rafa Tobar"

Rafael Tobar nace en Quito en 1980. Adolescente aún, se inicia en el oficio de construir versos. Estudia en la PUCE y se gradúa como Arquitecto. “En piel de otro” es su primer poemario publicado.
Así reza la solapa del libro No. 2 de la Colección "El ángel Terrible" de ELANGEL Editor. El talento desplegado por esos poemas cortísimos y pasados por la lija del tiempo se deja ver en su libro. Sobrino nieto del enorme Paco Tobar García, Rafa no es impaciente y sabe que su poesía crecerá y se fortalecerá. Por ahora una muestra al azar de su trabajo.

***
Sobre mis rodillas ruego,
después de haber salido de mi casa,
haber perdido y mentido
la mayoría de veces, que mi infame pecado
no se filtre a mi niñez
con resultados precoces
de Su manera
de la tuya
o de la mía.

***

Es adecuado en la partida
ese cuello femenino,
esa huida sonriente,
un apretón,
todo esto y todo lo demás;
entonces, por último,
de espaldas la llegada.
Son partícipes de vez en cuando
sus cualidades destinadas,
sus dientes separados,
su forma de introducirse,
por primera vez,
con su talento y su equipaje.
Apreciando directamente
la criatura que ella misma
sigue siendo;
es;
y aparece de su típico vivir
mi envidia y vagos camuflajes.
no es, propiamente,
nada,
excepto mía.

***

Es la virtud de algunos
su sombra,
que aventaja de un apretón hablado
los sellos,
las ciudades,
sus peinados ...
apenas, sin saberlo.
Cómo histéricamente
se acerca y pelea
el que ruega
cuando aprieta tales esperanzas;
se acobarda,
se apretuja, advierte como algunos
que todos son hombres,
estiran los brazos,
se callan,
envidian,
se amontonan.

***

Son las personas
huidas,
con presurosas escapatorias,
las que insinúan, sin saberlo,
el agrio olor acompañado,
noches tibias
y pelo negro.
Son, de nuevo sin saberlo,
las únicas habitantes
de profundos huecos negros,
de esperanza,
reconocimiento,
y toráxicos ruegos contados.
Son pocos los amaneceres
de intercambio:
de poses atestadas,
no continuas
y prisas encendidas,
de treinta años
más tres seguidos.
Volverás tu cabeza
a mi estable consejo,
tal vez en enero o en marzo,
o en agosto, de nuevo.
Es tu cuchara en tu boca,
tu rutina, y ronquidos,
lógicamente tu pulso,
los que presumen repetidamente
tu vida perpetua.

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