Su pasión por el cine la ha llevado a constancias incursiones en la crítica.
Su nuevo libro, prologado por ulises Estrella, contiene en sus páginas a un grupo de mujeres que se han visto reflejadas en un puñado de películas. Ellas tienen razón al hacerlo porque siempre la vida es el reflejo de otra vida en otro tiempo o en otra realidad. Por este lado de la vida y por el otro, unas siluetas femeninas se enfrentan con su otro yo, con el alter ego de su mundo: el cine.
Así parece decirnos Valeria Muñoz en este bello tomo de narraciones cortas, creadas con exactitud y sin excesos. Cada mujer se ve en cada película. Cinema Paradiso de Tornatore; Las Horas de Stephen Daldry; Ocho mujeres de Ozon, Kamchatka de Marcelo Pineyro son, entre otras, las atmósferas traspolarizadas del celuloide a las vivencias de mujeres y, de sus vidas, a la literatura.
Cuentos diferentes de una voz que cada vez se reafirma más sólidamente en la nueva narrativa del Ecuador.
He aquí una muestra de estas perlas reales:
JUNTO A LA SILLA
Basado en el cortometraje “El Cuento de una silla”
de Norman Mc. Claren
Busco una silla para que repose mi oscuro sentido de la comodidad. Ahí está. Rebusco en mi memoria para recordar cómo es, para qué me sirve, y cómo soportará mi peso sobre ella. Ya la tengo a mi lado, lista para ofrecerme
sus servicios. Pero , ¿Qué pasa? ¿Por qué se mueve? Debería estar inmóvil, es lo que el mundo conoce como una silla. No entiendo su absurdo jugueteo, se mueve, se inclina, me evade, me atormenta. Necesito de sus servicios, quiero leer, acomodar mi parte trasera para hacer lo de siempre, lo necesario, lo justo: sentarme.
Intento una, dos , mil veces. ¿qué sucede? Parece que la indomable me quiere hablar, me hace girar en torno a ella, me hace pensar, me hace imaginar, logra hacerme crear. ¿ Crear? Había olvidado lo que eso significa. Creo que empezaré a escarbar de entre la basura , la palabrita debe estar escondida en algún anaquel de mis circuitos interiores. Si, así es, ya la veo , a lo lejos.
Es cierto, hay otras opciones, el suelo. Me acomodo, empiezo a leer. No puede ser, me distrae de nuevo, ¿Qué quiere la audaz?. Me coquetea, me incita a volver a pensar. Está bien , lo intentaré otra vez.
Fallé, no puedo. Sigue moviéndose, parece darme pistas. No entiendo. Tanto movimiento empieza a elevarme de la convencionalidad. Quiere volverme loco o convertirme en poeta. Veo la maldita silla otra vez. ¡Ya está! ¿Por qué no ella sobre mí y no yo sobre ella?.
Desde ahora ya no será la silla que todo el mundo conoce y yo me convertiré en artista. Y viviremos felices para siempre.
sus servicios. Pero , ¿Qué pasa? ¿Por qué se mueve? Debería estar inmóvil, es lo que el mundo conoce como una silla. No entiendo su absurdo jugueteo, se mueve, se inclina, me evade, me atormenta. Necesito de sus servicios, quiero leer, acomodar mi parte trasera para hacer lo de siempre, lo necesario, lo justo: sentarme.
Intento una, dos , mil veces. ¿qué sucede? Parece que la indomable me quiere hablar, me hace girar en torno a ella, me hace pensar, me hace imaginar, logra hacerme crear. ¿ Crear? Había olvidado lo que eso significa. Creo que empezaré a escarbar de entre la basura , la palabrita debe estar escondida en algún anaquel de mis circuitos interiores. Si, así es, ya la veo , a lo lejos.
Es cierto, hay otras opciones, el suelo. Me acomodo, empiezo a leer. No puede ser, me distrae de nuevo, ¿Qué quiere la audaz?. Me coquetea, me incita a volver a pensar. Está bien , lo intentaré otra vez.
Fallé, no puedo. Sigue moviéndose, parece darme pistas. No entiendo. Tanto movimiento empieza a elevarme de la convencionalidad. Quiere volverme loco o convertirme en poeta. Veo la maldita silla otra vez. ¡Ya está! ¿Por qué no ella sobre mí y no yo sobre ella?.
Desde ahora ya no será la silla que todo el mundo conoce y yo me convertiré en artista. Y viviremos felices para siempre.
2 comentarios:
¡vaya sorpresa virtual!
la lectura trasnochada me devuelve tu mano...
esto del canon: qué cosa tan monótona, ¿verdad?
un abrazo, desde españa.
Voy a sumar a tu grupo de “entre otras” las películas de Rodrigo García, Con solo Mirarla y Nueve Vidas… porque así es, cada mujer se ve en cada película (mejor esto a que se vean en cada novela, no?) y no solo creo que después del celuloide a la vida y de la vida a la literatura sino que, además, de esta otra vez al celuloide…
¡me gusta lo que escribes en tu blog, que chévere haberte encontrado!
Cecil
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