domingo, octubre 21, 2007

Iván Oñate y la muerte



Iván Oñate, el gran poeta y amigo, coterraneos de la tierra ambateña, me hace partícipe de esta estupenda entrevista realizada por Alejandro Gonzalez, periodista dominicano, en el Diario de Santo Domingo EL CARIBE.
Además me asusta y estimula con una historia terrible, digna del poeta Oñate y de su vida repleta de misterioso encanto: Tuvo hace poco una ciota con la Muerte. Iván nos cuenta este episodio en esta bella entrevista.


"El poeta tiene que nacer y morir en cada poema"


Ivan Oñate. Este escritor ha sido catalogado como una de las voces más “originales” de la nueva generación literaria. Tras un encuentro cercano con la muerte, habla con El Caribe sobre su renovada vocación por las letras.


Cuando lo conocí, Iván Oñate tenía la mirada enterrada en el vacío. El rostro endurecido era el signo inequívoco de que estaba sumergido en un viaje interior. Me acerqué preparado para el rechazo, pero en cambio recibí un saludo generoso.
Su voz se alzó cargada de humanidad, y ahí mismo pautamos la entrevista. Pero el tiempo desfondó sus obstáculos, y la oportunidad se me escapó de las manos.

Meses después, habiendo recorrido ya parte de su bibliografía, le escribí para que me contestara unas cuantas preguntas. Lo alcancé de milagro. Tras responder con tono cálido, me contó que había sobrevivido por poco un naufragio. En ese momento sentí que su voz abarcaba de pronto una dimensión más amplia.

Iván, tu libro de cuentos El hacha enterrada va por su séptima edición. ¿Te esperabas que esa obra fuera a ser tan bien acogida cuando la publicaste por primera vez hace ya veinte años?
La ambición de un primer libro de cuentos como es el caso de El hacha enterrada, siempre es paradójica y modesta. En su ejecución uno nunca piensa en el triunfo o en el éxito. Piensa en algo más grave y profundo.
En la salvación de su propia existencia. Por otra parte, hace 20 años era imposible pensar en el éxito literario. Eso prácticamente no existía y menos en mi país. En cambio el fracaso, eso se daba por descontado. Pero, en buena hora, tengo que contarte que está por aparecer una octava edición y la traducción francesa.

La antología Biografía apócrifa de Borges evidencia una evolución estética en tu poesía. ¿Cómo ha cambiado con los años tu visión del poema?
Me gusta la pregunta. Porque yo veo una gran diferencia entre la poesía y el poema. La poesía es quien elige al poeta. De esa pasión, de ese enamoramiento, surge el poema como un fruto concreto. Por lo tanto, mi visión de la poesía sigue siendo la misma. Quizá, lo que ha cambiado, es la visión del poema. Más corto, más humilde, más esencial. Como exige la eternidad de cada instante.

Poeta y narrador, ¿cómo concilias a la hora de escribir prosa y poesía?
Te decía anteriormente que la poesía elige al poeta, no al contrario como muchos piensan. Es como estar enamorado. Uno no puede elegir y menos fingir esa felicidad o esa desesperación. La prosa en cambio, obedece a otro proceso. Requiere disciplina y esfuerzo. Uno tiene que armar y desarrollar una estrategia. Por eso se habla del oficio del novelista o del cuentista. En prosa, el oficio es sumamente positivo. En poesía, el oficio es deplorable. Equivaldría a decir de alguien que es “un enamorado de oficio”. El poeta tiene que nacer y morir en cada poema.

Dos reconocidos antólogos franceses han dicho que en ti “se encuentra probablemente el poeta más original de la nueva generación”. ¿Tú qué crees?
Agradezco la opinión de los críticos franceses. Porque pienso que la originalidad es lo primordial en un poeta. Primordial y urgente como respirar. Ciertamente que respiramos todos los humanos, pero cada uno de nosotros lo hace a nuestra propia manera. Puede resultar fatal, imitar el respirar de otros. Armando Romero, en su Antología de la poesía latinoamericana del siglo XXI, aparecida hace pocos días en España, me identifica con otros poetas como: Luis Oswaldo Tedesco, José Watanabe, Juan Manuel Roca, Antonio Deltoro, Gonzalo Millán y Marco Antonio Campos y nos caracteriza como poetas “del ser y la existencia”.

Estuviste este año en la Feria del Libro de Santo Domingo. ¿Qué impresión te llevaste de la República Dominicana?
Presumía de la grandeza del pueblo dominicano, ya que conocía el pensamiento de Pedro Henríquez Ureña. Poeta, lingüista, personaje admirado por Borges, lo cual es mucho decir. Pero la calidez y talento del pueblo dominicano, desbordó todas mis expectativas. La Feria del Libro, sirvió para comprobarlo. Muy bien organizada. Muy amena. Que la vida bendiga a esa Patria hermana.

Correa acaba de ganar los comicios para la Asamblea Constituyente, lo que le dará la posibilidad de hacer cambios radicales en la estructura del Estado. ¿Hacia dónde se dirige Ecuador?
La imagen de un pueblo insurgente, de un pueblo que sabe ganar sus derechos, siempre será heroica. Mucho mejor si lo hace razonadamente, por el voto. Pero esta virtud entraña otra. La enérgica reacción cuando ve frustradas sus esperanzas. Esperemos que esta segunda posibilidad, en mi pueblo, no vuelva a repetirse.

¿Qué podemos esperar para el futuro de Ivan Oñate en términos literarios?
El 14 de agosto, a la una de la tarde, estuve apunto de morir. Puesto que la embarcación en que viajaba, naufragó en el puerto de San Lorenzo, en la frontera con Colombia. Esta llamada del destino, sirvió para rejuvenecer mis ganas de escribir. Creo que ese tirón de orejas es lo mejor que le puede ocurrir a un escritor. Quiera la suerte que comparta esos frutos, con los hermanos dominicanos.
Trazos del autor
Nació en Ambato, Ecuador, el 17 de marzo de 1948. Ha publicado Estadía Poética (1968); En casa del ahorcado (1977); El ángel ajeno (1983); El hacha enterrada (1987); Anatomía del vacío (1988); El fulgor de los desollados (1992); La canción de mis compañeros de celda (1995); y La nada sagrada (1998). Parte de su obra ha sido traducida al alemán, inglés, portugués, francés, griego, rumano e italiano. Krystyna Rodowska, traductora de Borges, Proust y Paz, actualemnte traduce su poesía al polaco.
Cuestionado sobre el papel que desempeñan los escritores e intelectuales ecuatorianos en esa sociedad, Oñate responde con humildad y modestia, alejándose de la grandilocuencia: “Prefiero atajar esta pregunta en una condición más humilde, la del poeta. Ciertamente que la poesía no sirve para cambiar las estructuras socioeconómicas. En definitiva, no sirve para cambiar la vida. Sin embargo, sirve para algo más fundamental e importante. Sirve para cambiar la existencia. Cortázar cambió mi vida y Borges el espesor de mi sangre”.










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