Mi recuerdo del 31 de Octubre la tiene una mujer. Una guayaquileña a quien quise mucho. El cumpleaños de una poeta muy querida llamada Ileana Espinel. Ella nació el 31 de octubre de 1933. Gustaba de celebrarse su fecha, aludiendo a lo de bruja y a lo de escudo. Ileana era incomparable. Su exquisita conversación, su calidez de anfitriona de mundo y su alto criterio frente a la poesía nacional le daban un encanto único. Mimada y temida por sus amigos, Ileana, la hipocondriaca Ileana, hizo de su obra un verdadero paradero para el que quiera conocerla. Siempre en esta fecha me acuerdo de ella. La llamaba por teléfono en este día. Era muy conocedora de las últimas novedades editoriales y era muy enriquecedor compartir con ella. En su casa siempre habían visitas que traían novedades poéticas: Nany Cazón, Carlos Eduardo Jaramillo, Rodrigo Pesántez, Ana cecilia Blum, Sonia Manzano, Josefina Egas, y su hermano, Gonzalo Espinel, entre otros, eran los contertulios de su fino humor, de su sacra ironía. Ileana, aún el ecuador te debe una lectura verdadera de tu poesía.
En el último encuentro de Literatura en Cuenca hablé sobre una panorámica de la poesía femenina en el Ecuador. Ileana es, sin duda, un faro en el tema. La gorda Ileana, a quien este día la he recordado mucho y le guardo todo mi cariño y admiración, porque considero que su poesía es única y debe ser leída y valorada como la que más.
Aquí presento un fragmento de mi estudio sobre su obra:
ILEANA ESPINEL (Guayaquil, 1933-2001) publicó Club 7 –coautora- (1954), Piezas líricas (Guayaquil, 1957), La estatua luminosa y Poemas escogidos (Caracas, 1959), Triángulo -coautora- (Guayaquil, 1960), Arpa salobre (Caracas, 1966), Generación huracanada -coautora- (Guayaquil, 1969), Diríase que canto (Guayaquil, 1969), Tan solo trece (Guayaquil, 1972), Poemas escogidos (Guayaquil, 1978), y, Solo la isla (Quito, 1995).
Seguidora en estirpe poética de Doña Aurora Estrada y Ayala, Ileana, en su ciudad, dejó, para las generaciones posteriores, un trazo de finísima poesía, recuperada por Sonia Manzano, Maritza Cino y Carmen Váscones.
En Junio del año 2000 se publicó en España su “Breve Antología” (Alandar, Cuadernos de poesía No. 12, Barcelona), preparada por el poeta español Francisco Lucio, quien en el prólogo que encabeza dicho libro dice:
…antes de su aparición (de la de Ileana) apenas podía el Ecuador presentar más nombre de importancia, entre las mujeres poetas, que el de la posmodernista Aurora Estrada, después de la revelación de Ileana Espinel, aunque no sea tanto por la vía de la influencia directa cuando por la del ejemplo poético; es decir por la vía de la ejemplar dedicación a la creación de una obra poética del más alto rigor…
Seguidora en estirpe poética de Doña Aurora Estrada y Ayala, Ileana, en su ciudad, dejó, para las generaciones posteriores, un trazo de finísima poesía, recuperada por Sonia Manzano, Maritza Cino y Carmen Váscones.
En Junio del año 2000 se publicó en España su “Breve Antología” (Alandar, Cuadernos de poesía No. 12, Barcelona), preparada por el poeta español Francisco Lucio, quien en el prólogo que encabeza dicho libro dice:
…antes de su aparición (de la de Ileana) apenas podía el Ecuador presentar más nombre de importancia, entre las mujeres poetas, que el de la posmodernista Aurora Estrada, después de la revelación de Ileana Espinel, aunque no sea tanto por la vía de la influencia directa cuando por la del ejemplo poético; es decir por la vía de la ejemplar dedicación a la creación de una obra poética del más alto rigor…
Fue Lucio quien puso a relucir la figura poética de este mito de las letras: templado y parco. En la antología figuran sus más conocidas “piezas líricas”, aquellas que se dejan leer a pulso y a las que el poeta brasileño Carlos Drummond de Andrade se referiría como una alta y emocionante revelación de poesía.
Ileana escribió poco, siempre cuidó el verso, como si se tratara de una escultura de cristal, en la que hay que pulir y pulir hasta conseguir el brillo perpetuo. Sus poemas (consonánticos y estróficos) son de la mejor factura lírica que ha dado el Ecuador en este siglo, en la voz femenina. Espinel siempre fue muy exigente con su producción. Su verso es figura de la síntesis, un rasgo que muy pocos poetas lo han conseguido. Su precisa versificación se reparte en las catorce líneas del "mimado" soneto clásico. Pocos poetas contemporáneos han sabido dominar lo estrófico y la consonancia, frente a la vanguardia. Espinel maneja una imagen severa que desemboca en la ternura (hermosísimas antítesis que han sido las formadoras de su estilo). La tenaz ironía y el sarcasmo, que sacude al lector de sus versos, deja un sabor a nostalgia feliz.
El ritmo en la poética de Espinel es, primeramente, inconfundible. Después, cadencioso, y aunque tiene algún desvío hacia figuras románticas y anacrónicas, esas formas, también, son símbolos de su ironía y, por lo tanto, recursos de firmeza en su palabra.
Las contradicciones (paradojas de patética suavidad) se exponen en versos de impacto:
Podría ser la luz, mas es tan solo
el madero que flota del naufragio
(Imagen del amor).
Ella es firme ante las formas clásicas y el discurso vanguardista. He aquí un terceto endecasílabo que dibuja lo expuesto:
La soledad del árbol sin ramaje,
la del viento que sopla en el paisaje
donde concluye la ilusión de todo.
(La soledad postrera)
Pero su mayor importancia dentro de la lírica nacional no es solamente por sus aportes significativos a la renovación del verso clásico, sino por una extraña temática que se dejó ver en sus más logrados poemas: La poesía de la enfermedad. Y esta es una poética novedosa en nuestra lírica. En estos textos, la voz poética está enferma, siente agonía, y entonces la muerte prematura es el seguro camino. Esta poesía hipocondríaca nos conduce al recurrente tema de la soledad. La de Ileana es una poética muy personal. Considero que su poesía necesita ser reconocida en su exacto valor. Los poemas más extraños y más íntimos de su obra, son aquellos en donde se hace alusión a la medicina que la voz poética canta como si fuera una musa o un cisne modernista.
Ileana escribió poco, siempre cuidó el verso, como si se tratara de una escultura de cristal, en la que hay que pulir y pulir hasta conseguir el brillo perpetuo. Sus poemas (consonánticos y estróficos) son de la mejor factura lírica que ha dado el Ecuador en este siglo, en la voz femenina. Espinel siempre fue muy exigente con su producción. Su verso es figura de la síntesis, un rasgo que muy pocos poetas lo han conseguido. Su precisa versificación se reparte en las catorce líneas del "mimado" soneto clásico. Pocos poetas contemporáneos han sabido dominar lo estrófico y la consonancia, frente a la vanguardia. Espinel maneja una imagen severa que desemboca en la ternura (hermosísimas antítesis que han sido las formadoras de su estilo). La tenaz ironía y el sarcasmo, que sacude al lector de sus versos, deja un sabor a nostalgia feliz.
El ritmo en la poética de Espinel es, primeramente, inconfundible. Después, cadencioso, y aunque tiene algún desvío hacia figuras románticas y anacrónicas, esas formas, también, son símbolos de su ironía y, por lo tanto, recursos de firmeza en su palabra.
Las contradicciones (paradojas de patética suavidad) se exponen en versos de impacto:
Podría ser la luz, mas es tan solo
el madero que flota del naufragio
(Imagen del amor).
Ella es firme ante las formas clásicas y el discurso vanguardista. He aquí un terceto endecasílabo que dibuja lo expuesto:
La soledad del árbol sin ramaje,
la del viento que sopla en el paisaje
donde concluye la ilusión de todo.
(La soledad postrera)
Pero su mayor importancia dentro de la lírica nacional no es solamente por sus aportes significativos a la renovación del verso clásico, sino por una extraña temática que se dejó ver en sus más logrados poemas: La poesía de la enfermedad. Y esta es una poética novedosa en nuestra lírica. En estos textos, la voz poética está enferma, siente agonía, y entonces la muerte prematura es el seguro camino. Esta poesía hipocondríaca nos conduce al recurrente tema de la soledad. La de Ileana es una poética muy personal. Considero que su poesía necesita ser reconocida en su exacto valor. Los poemas más extraños y más íntimos de su obra, son aquellos en donde se hace alusión a la medicina que la voz poética canta como si fuera una musa o un cisne modernista.
El soneto “Valium 10” termina diciendo:
¡Ah, pequeña pastilla milagrosa
Que levantas mis nervios de su fosa
Con un responso de dopada fiesta!
O su originalísimo poema “Dislate con pastillas”, que es uno de sus “clásicos”, dice:
Pertranquil
Esencial
Pankreoflat
Flaminón
Peridex
Baralgina
Tioctán
Persantín
Buscopax
Ingapirina
Mosaico adocenado
Del templo drogadicto
Que oficia diariamente
En mis entrañas
(todo para que el hígado
El insomnio los nervios
El músculo cardíaco
Los dedos que hormiguean
Retracen los relojes
Que marcan sin remedio
El infallable paso vencedor de la muerte).
¡Ah, pequeña pastilla milagrosa
Que levantas mis nervios de su fosa
Con un responso de dopada fiesta!
O su originalísimo poema “Dislate con pastillas”, que es uno de sus “clásicos”, dice:
Pertranquil
Esencial
Pankreoflat
Flaminón
Peridex
Baralgina
Tioctán
Persantín
Buscopax
Ingapirina
Mosaico adocenado
Del templo drogadicto
Que oficia diariamente
En mis entrañas
(todo para que el hígado
El insomnio los nervios
El músculo cardíaco
Los dedos que hormiguean
Retracen los relojes
Que marcan sin remedio
El infallable paso vencedor de la muerte).
La lírica de Ileana siempre fue grandilocuente. Una lírica que empezó despidiéndose. Volviéndose eco de la muerte en carne viva. En viva imagen. Los motivos poéticos cambian en ella. Hay veces que su poética regresa a ver el camino común de la poesía social, y entonces, aunque tratando de huir del fácil cartel, cae en él, y cae con razón, porque la época lo ameritaba (y lo sigue ameritando aún). Aunque esa poesía se entierre en el olvido, la poesía de Ileana es una novedad, cuando, con esa chispa de humor corrosivo y negro, con esa ironía punzante de fauces desgarradoras, extrae enormes zarpazos de estupenda lírica humorística, que se enlaza con tristísimos versos, en donde se deja ver la preocupación del oficio y de la época. El poema “El practicismo práctico” se enmarca dentro de este sendero brillante que aún no se descubre a cabalidad en Espinel:
El practicismo práctico sugiere que me case
con un buen comerciante
/.../
Mi madre de mi alma
está de acuerdo en esto.
Y lo mismo mi abuela,
mi tía,
mi cuñado,
mis dos lindos hermanos
y todos los amigos de mi querida gente...
De la raíz más honda del practicismo, brota:
"Ileana, un comerciante... ¡Un comerciante, Ileana!".
Pero Ileana,
la tonta,
la lírica,
la loca
se casa
-si se casa-
con un poeta pobre.
De enorme visión crítica, y gran lectora de poesía hasta el día en que murió, Espinel siempre desarrollo una poética de las cosas. Diría más bien de los hechos que tienen que ver con la vida, pero con lo ideal de la vida. Su poema “balance mortal”, un texto con sórdidas imágenes que expelen como figuras patéticas de indudable calidad, se dejan leer en este texto: "Alma y carne gimiendo un féretro esperandoa veces sin almuerzo otras veces sin cenapara honor de la glándula que engorda mi osamenta tres litros diarios de agua de boldo para el mal que detiene mis pasos que siembra mi antológica mi suave piel nevada de verdes rosas lívidas".
El practicismo práctico sugiere que me case
con un buen comerciante
/.../
Mi madre de mi alma
está de acuerdo en esto.
Y lo mismo mi abuela,
mi tía,
mi cuñado,
mis dos lindos hermanos
y todos los amigos de mi querida gente...
De la raíz más honda del practicismo, brota:
"Ileana, un comerciante... ¡Un comerciante, Ileana!".
Pero Ileana,
la tonta,
la lírica,
la loca
se casa
-si se casa-
con un poeta pobre.
De enorme visión crítica, y gran lectora de poesía hasta el día en que murió, Espinel siempre desarrollo una poética de las cosas. Diría más bien de los hechos que tienen que ver con la vida, pero con lo ideal de la vida. Su poema “balance mortal”, un texto con sórdidas imágenes que expelen como figuras patéticas de indudable calidad, se dejan leer en este texto: "Alma y carne gimiendo un féretro esperandoa veces sin almuerzo otras veces sin cenapara honor de la glándula que engorda mi osamenta tres litros diarios de agua de boldo para el mal que detiene mis pasos que siembra mi antológica mi suave piel nevada de verdes rosas lívidas".
2 comentarios:
Me gustaría saber mas de ella, agradecería si me hechas una mano.
Es difícil conseguir publicaciones de esta poeta. ¿Sabes dónde puedo hacerlo?
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