Siento que una crisis se va a acentar en nuestro paìs. Los tiempos de crisis sirven siempre para pensar. En esos tiempos se desarrolla siempre la bonanza del pensamiento. Las vacas flacas siempre nos hacen pensar en vacas gordas, en otros caminos.
Pienso que le hace falta al Ecuador analizar la figura del ave fenix mitològico. "De las cenizas renaceràs". Del fango creceràn narcisos blancos que poblaràn de belleza los nuevos tiempos.
Nuestro malestar frente a la visiòn del Paìs en los pròximos años, sin un cambio definitorio, sin un verdadero sendero en donde se vean resultados nuevos, nos harà madurar. Hacia allà vamos, hacia la crisis. Un duro dolor de vida nos espera y en este tiempo debemos pedir que cada zapatero forje su mejor zapato.
Siempre me han dicho que cuando uno està enamorado no debe escribir. Debe esperar los momentos duros para fortalecer su lenguaje, para medir su creatividad en seco y no en la humedad del amor que siempre conduce a los peores efectos. El amor es el poema, es la felicidad. Y con felicidad no se crea, a lo mejor y hasta se recrea, pero nada màs.
En crisis se han escrito las màs grandes obras y en crisis se han forjado los màs altos pensadores y filòsofos. De las grandes dictaduras han salido los màs enormes ejemplares de la escritura. De las màs horrendas crisis econòmicas y sociales, de los paìses envueltos en los màs energumenos poderes se han formado la màs sofisticadas vanguardias que hacen cambiar el canon de vida y de arte.
El dolor es creativo. Siempre. Solo del dolor uno puede purgarse con arte, con creatividad, con ingenio.
Estoy buscàndole el consuelo a nuestro dolor como naciòn. Sin crisis no hubiera nacido la generaciòn del 27 y Cernuda no hubiera escrito su màs honda y terrible poesìa, ni Huidobro hubierase creido Dios, ni Neruda se hubiera entregado a la misiòn de poetizar a las cosas. Por las crisis terribles de Colombia, este paìs se ha volcado a recuperar su naciòn con fuerza y vitalidad.
Los ecuatorianos todavìa vivimos el letargo de la nada. Recuerdo el nombre de un poemario de Vicente Robalino que se llama "Pòngase de una vez en desacuerdo". Creo que ese es el tìtulo que este paìs merece en la actualidad. Todos estamos de acuerdo con la nada. Lo que parece ser no es. Lo que gritamos se borra con el codo del grito. No hay posiciòn antagònica. Todos estamos en el mismo barco, en las mismas aguas del rìo de Heràclito.
La crisis a lo mejor nos salva.
jueves, octubre 26, 2006
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1 comentario:
Llegué a Ecuador 15 horas antes del día de votación. Voté por Correa, solamente porque me pareció, por las pocas conversaciones que tuve con amigos, que era quien representaba el descontento popular, en general. Y anulé el voto por los demás candidatos. Luego me di cuenta de que muchos también lo hicieron así. Desde el fiasco que fue para mí el gobierno de Rodrigo Borja decidí anular siempre mi voto. Esta vez fue la excepción. Pero las reacciones a los resultados es similar a lo ocurrido años antes, cuando los Febres Cordero, Borja, Abdallah, Alarcon, Mahuad y Gutiérrez pasaron por la presidencia. Como denominador común sigo viendo el descontento por los resultados, un país que no se recupera económicamente, y la falta de percepción de los políticos dizque alternativos para articular la mentalidad del pueblo, sus temores, sus conservadurismos, su falta de criticismo y sus sentidas necesidades, con una política alternativa real, posible de ser concreetada. No vivo en el país y me resultaría grotesco pensar en una queja a la distancia o en pretender una solución vía internet, pero creo que debe haber más fomento de comunitarismo en los políticos alternativos y menos queja, menos ambición personal. Lo mismo pienso de los demócratas y de los hispanos aquí, en Estados Unidos, cuando se lanzan contra la ultra derecha que reina en la cúpula gobernante. Si el descontento es general y uno pierde en las elecciones, debe revisarse la estrategia de lucha. De la misma manera, aunque lo entiendo como una manifestación verificada por excepcionales ejemplos, aunque suene contradictorio, entiendo que los períodos de crisis pueden producir buenas obras literarias, pero ninguna crisis ha salvado una vida, y tampoco ha convertido dicha obra literaria en un fenómeno representativo del período en el que surgió. Si revisamos el aparecimiento de las grandes obras veremos que el bienestar de los involucrados, la fama, valoració y disfrute de dicha obra vino muchos años después, cuando los autores ya no estaban para verlos. Entonces, aquello de creer que la crisis produzca una buena obra de arte me suena más a una bienvenida romántica casi apocalíptica que a solución pragmática. f. iturburu
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