viernes, mayo 14, 2010

LOS LIBROS Y LA NOCHE


La semana pasada estuvo repleta de lecturas de poesía, concursos y homenajes a propósito que el mundo festejó el “día del libro”, el 23 de abril recordando la coincidencia de los fallecimientos de Shakespeare y Cervantes, además de la del cronista peruano Garcilazo de la Vega. Extraña y mítica fecha en la que los dos idiomas se juntan para darse la mano. La figura del libro y la rosa también se repite en estos días de emoción, donde el libro triunfa y, sobre él, la palabra.
Francia celebra “La fiesta de la poesía”, la Alianza Francesa festejó a lo grande con sendos programas donde el público se acercó a las lecturas de poemas, y los escritores pudieron compartir su trabajo en diferentes sitios, quitándole la formalidad consabida a aquellos actos poéticos y literarios y volviéndolos más cercanos a la gente común.
En Guayaquil, el día 23 hicimos una hermosa lectura un grupo de 10 poetas nacionales, organizado por la Casa de la Cultura Ecuatoriana Núcleo del Guayas. El encuentro al que acudimos para celebrarle al libro su cumpleaños, se llama “el Voz a vos”. El título hace referencia al formato que se usa para presentar a los “vates”. Una pareja pasa al escenario y alterna su lectura. En esta ocasión, inclusive, se pudo conversar con el contertulio, de una manera más fresca y espontánea.
Simón Zavala Guzmán, Piedad Romoleroux, Catalinas Sojos, Iván Oñate, Julia Erazo, María Leonor Baquerizo, Augusto Rodríguez, Manuel Zabala Ruiz, Rosa Amelia Alvarado y quien escribe la presente columna fuimos los invitados.
Bella noche de poesía en el puerto, recordando el poema de los Dones de Borges, que comienza diciendo, justamente el sentimiento que todos teníamos en ese momentos: Nadie rebaje a lágrima o reproche/ esta declaración de la maestría/ de Dios, que con magnífica ironía/ me dio a la vez los libros y la noche.
Leímos los versos y nos sentimos más cómplices, más pendencieros del amor a las palabras y a los libros que ya han poblado con sus hojas el mundo entero y que nos hacen felices, porque gracias a ellos el poder de la palabra se contiene en el tiempo, y en el espacio y permanece con su sabor original.

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