sábado, octubre 31, 2009

65 AÑOS DE LA CASA




La Casa de la cultura Ecuatoriana cumplió, este año, 65 primaveras en flor. Sus festejos fueron cautos, porque había detrás de él un cierto miedo a que su trabajo sea borrado por un codo.
Su historia, su valor tangible e intangible, el pensamiento de Benjamín Carrión tirado en un tacho en nombre de “la ley”. Sin embargo el gobierno Nacional parece haberse dado cuenta de la importancia de la Casa en la convivencia con el País y, todo parece indicar, que la ley de cultura va a respetar las canas, la experiencia y la figura de la Casa, para bien de la cultura del Ecuador.
Todo artista ha criticado alguna vez a la Casa, pero todo artista ha ido a la Casa, ha ocupado sus espacios, ha pedido auspicios, ha usufructuado de sus beneficios. Nadie se ha librado de ella. Ella ha sido nuestro fantasma, nuestro verdugo, nuestra coraza, nuestra cómplice, nuestro refugio. En ella hemos confiado más que en cualquier otra oficina burocrática.
Estos años, en que la ha administrado Marco Antonio Rodríguez, la Casa ha vuelto a ser digna, firme, responsable. Ha vuelto a tener personalidad, ha vincularse con lo desvinculado, ha regresado a ver a los “enemigos” de la Casa, a los “amigos” de los otros. A todos. Ha hecho balances, ha dispuesto cambios, ha cambiado los caminos bifurcados, ha desmantelado los castillos en el aire y ha construido unos, de hormigón armado.
Los núcleos de la Casa de la Cultura han sido siempre igual de importantes que la iglesia, casi todos están ubicados en los aledaños del Parque principal de la ciudad, junto a la gobernación, a la alcaldía. La Casa de la Cultura es parte del accionar de un pueblo en el Ecuador.
Viva la Casa de la Cultura. No se puede borrar de un plumazo 65 años de historia. Sin ella nos faltaría algo, sin ella ya no fuera igual el color de la cultura, ni el paisaje de la historia, ni la historia de ese magnífico Benjamín Carrión, que decidió cambiar, con la Casa de la Cultura, nuestra historia. La historia de la Patria pequeña.

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