lunes, marzo 24, 2008

Una nueva voz poética entra en la "camada" de los jóvenes poetas"


LUIS ESTEBAN JARA:

LA OTRA MARGEN

Conocí a Luís Esteban Jara en alguna tarde del año 2005. Cómplice como es la poesía de aquellos que la aman, la relación de los poetas es como una relación entre razas. Razón tenía la poeta española Gloria Fuertes en afirmar que los poetas se encuentran siempre, donde estén. Se huelen, tienen algo en común que la sociedad común no les puede brindar, entonces cuando se encuentran, una amistad nace. Aunque el círculo literario, en cualquier país del mundo, esté siempre ligado al conflicto y al ego, a las pasiones y a las rivalidades. Y esto sea porque la literatura es considerada por la sociedad de mercado como un trabajo inútil que lo único que hace es hacer feliz a su autor y a sus amigos, como bien nos recordaría el buen Kafka.

Lo conocí decía, en cualquier tarde y me enseñó con todo afán su poesía. El es, como diríamos en nuestra tierra, “bien entrador”. Entonces, sin miedo, sin temores, me leyó sus versos.

Lo primero que encontré en su discurso fue unas fortalecidas metáforas naturalistas, un ritmo interior y algún sonsonete externo, muchas lecturas de por medio (Luís Esteban está consciente que sin lectura, no hay escritura), y un espíritu revolucionario, una claridad en lo que quiere, una valentía vital. El poeta debe ser valiente para poder enfrentarse a las palabras y a sus conflictos que agraden a las sociedades chatas, convencionales y predecibles.

Creo que la literatura y el ser humano también, debe ser, sobre cualquier otra cosa, impredecible, de lo contrario no hay creación, no hay vida que resista al ser predecible, al que ya se lo sabe, como las malas películas norteamericanas, donde ya sabemos todo desde el inicio de los créditos hasta el final.

“La otra margen” su segundo libro de poesía es una especie de deuda de su primer poemario “Nudos resueltos”. Esos “nudos” necesitaron ser completamente resueltos en este segundo poemario donde ha llegado o quiere legar a la “otra margen”, tal y cual como nos dice Saramago en el precioso epígrafe que abre el poemario: “la otra margen es lo que importa”. Es lo que importa a Luís Esteban, a mí y a todos. Y es probablemente a lo que nunca lleguemos, pero es a lo que todos o casi todos queremos llegar. Eso es lo que importa, ese esfuerzo, ese sudor por alcanzar el otro lado. Este poemario es el puente del primero para alcanzar esa margen que se vislumbra. Entonces es probable que esa margen pueda ser el silencio. O la poesía en su máxima expresión o el amor, o la renuncia. Cualquier cosa. Y claro, como poeta, Luís Esteban nos insinúa ese otro lado, pero como él es un ser impredecible, no nos dice nada. Solo nos da una pista. Una pista vital que esta en este poemario.

“La otra margen” es un discurso vivo, alejado de la visión pesimista de la vida. Nada de muertos, nada de vericuetos trágicos, nada de terror. Tanto es así que para el poeta lo surreal, lo que está más allá de la realidad, es lo muerto, lo que no existe. Fijémonos en estos versos:

perderme en ti

como quien se adentra

en un paisaje surreal

de ceibos muertos

Lo que está muerto esta más allá de lo real. Solo lo vivo existe en la realidad para el poeta, se lo ve demostrado en el transcurso de los 64 poemas que conforman el libro que hoy bautizamos.

Su vivo discurso nos abraza en júbilo: por la gran cantidad de figuras naturalistas y paisajistas. Jara es un pintor en la poesía, utiliza con buena usanza, todos los mecanismos para alcanzar el buen tropo, la figura cósmica que asiente en el poema un diáfano y recurrente tema entre bucólico y urbano; entre etéreo y terrenal; entre romántico y modernista.

El mismo nos presenta los temas en que de desovilla el poemario:

Te traigo palabras de aliento

de desafío

una oportunidad

un reto

una conquista

un nuevo motivo para vivir

un horizonte

una aurora

te traigo el páramo

el valle y la calma

una aventura

un encuentro

una reconciliación

Y eso es lo que nos trae el poeta: aliento en sus palabras, sus conquistas con la lengua, con la naturaleza, y hasta, en sendos poemas, sus conquistas amorosas, sus recados epistolares de amor y amistad, que consigue universalizarlos sin que estos poemas se vuelvan cartas con destinatario seguro: Léase, por ejemplo, los poemas “Palmarés”, “Yana”, “Panamá al medio día”, “Última declaración”, entre otros.

Nos trae también, en este poemario “un nuevo motivo para vivir”, y pueden ser varios: Luís Esteban ama el Ecuador, este país lo asombra cada día, con su belleza cósmica, con su geografía extensa y extraña, con su clima embriagante, con sus mitos, con sus costumbres, con su feudalismo atrasado, con su revolución, con sus conquistas recién fabricadas, con su gente frenética. Luís Esteban crea en sus poemas postales, bellas postales a la patria, como esos versos del bello poema “Ecuatorianismos” en donde la voz poética dice:

Duerman tranquilos

descansen

mañana les tocará un largo día

de pelar verde y secar maíz en el olvido

Ese reiterado discurso de presentación de la Patria en sus comidas, en sus costumbres.
Buscando la novedad en la realidad y traspasando al meta lenguaje de la poesía.

Y la leche tibia sobre la mesa

también las habas y la sal

para aliñar nuevas conquistas…

En el poema que abre el libro y que ya les leí, Luís Esteban nos da el catálogo de sus preocupaciones. Las diferentes estancias en donde se aposentará nuestro espíritu lector con un poemario optimista.

Aunque a veces lo encuentro encerrado en ciertos visos modernistas: el ritmo y la forma se confunden y nos dan alguna música extraída de otro tiempo:

Duérmete niña bajo mi árbol

aunque sea de papel y no de mármol

Una postal a lo Rubén Darío salta en el poema “Si estas perdida” y nos conmueve y nos regocija con ese ritmo que parece decir que también en la poesía “cualquier tiempo pasado fue mejor”.

Aunque frente a su discurso novedoso no deje de extrañarnos cierto discurso formal y estrófico y cierta asonancia ligada al sonsonete, como en este mismo poema citado donde la voz poética dice a la niña perdida:

bríndame el silencio de tus manos

para darle a mis hojas tu sabor

dame tus colores

tu verano

los inciensos malheridos de tu amor

Discurso modernista que no desmaya. Y sale invicto por ese lado.

También encontré en el libro ciertas connotaciones románticas, ciertos guiños de ojos a los discursos del siglo XVIII donde el amor era tormenta y huracán puro, y donde el mundo era un llanto seco. Aunque Luís Esteban no nos hace llorar, y no pretende en lo mínimo ser un pesimista organizado, hay en algunos textos alma roída por el romanticismo naturalista:

…aquí te dejo esta carta

para que rías o llores

por el resto de tus días

una voz dentro de mí

me asegura un lugar en el espacio

tan cerca de esta herida

que sé que no llegará mi muerte

al menos no esta noche

vida mía

Y hasta poemas que estoy seguro servirían estupendamente, para ser musicalizados. El poema “Cambio” podría ser un bolero perfecto:

Te doy mi promesa rota

de noches no vividas

y amaneceres a solas

a cambio solo te pido

que dejes en paz mi sombra

que te esfumes del desierto

y te lleves la memoria

yo le contaré al viento

lo bello que fue nuestra historia

A cambio de estos recursos extraídos de los más profundos recovecos parnasianos de la poesía, sale en el mismo texto un Luís Esteban Jara vanguardista, que se atreve a hacer varias giros de forma en su discurso: por ejemplo, un poema en donde se conjuga tres idiomas al mismo tiempo, la sensibilidad de un discurso en inglés, francés y español; o el poema “Eme” en donde el poeta crea una voz poética que sostiene su discurso en palabras que comienzan con Eme. Un poema singular. Ninguno de los poemas de Jara lleva puntuación, sino que sabe muy bien la utilización del escarceo de versos y de las cesuras y pausas.

Luís Esteban también es un poeta al que lo podríamos considerar poeta social, por ejemplo los poemas “Nocturnidad”, “Origen” y “Siglo Diecinueve” nos afirman sus preocupaciones y su afinidad con la gente. Inclusive hay textos que resultan confesiones, llegando, inclusive a sacrificar el discurso poético (El poema “crisis existencial” lo confirma)

En lo que respecta al amor el poeta se extiende en las metáforas y la tropología se inunda de una bella atmósfera, Los poemas “brevedad”, “Debes”, “Quiero”, “Todavía”, entre otros lo confirman. Este es un amor que contempla la sensualidad, la diafanidad y la frescura de un amor total, puro y sin la transgresora figura del erotismo hosco.

Cósmico, epistolar, con cierto oído hacia lo prosaico y lo narrativo, su poesía es fuente del milagro de la otra parte que debe tener un poema. El silencio y el regreso de la palabra del lector. Eso que insinúa.

Quiero terminar analizando un poema de Luís Esteban que me encanta. Es el poema más corto del libro. El que menos dice y por lo tanto el que más induce a decir. En el texto “Vuelo 177” está el requisito de la poesía verdadera en su máxima expresión, decir algo que induzca a decir todo. El poema dice:

VUELO 177

la costa fue invadida por tu apellido

Ahí comienza y termina. Allí el lector es parte del texto. El título transparenta un viaje. Y no es otro vuelo que ese. El 177 que se lleva a alguien que la voz poética quiere recuperar. Y que atravesará en ese vuelo el mar y que por lo tanto estará más lejos, muchos más lejos, porque el mar es el separador por excelencia de todo. Y entonces esa mujer será ese avión, será luego el mar y será el recuerdo. A través de su apellido, que es su identificador mayor.

Tal como Huidobro, cuando dice en el monumental “Altazor”: “El mundo está amueblado por tus ojos”, aquí Jara se pasó, nos dejó el bello reto al lector de inmiscuirnos en la síntesis perfecta que es la poesía. Aquí no es lo que se dice tanto como lo que no se dice. El silencio es muestra de madurez.

Este poema está en la otra margen.

La poesía, Luís Esteban, es tu camino. O mejor dicho tú eres el camino de la poesía. Porque es ella que manda, tú solo repites y contemplas.

Ni más ni menos.


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