sábado, junio 13, 2009

La esencia de lo femenino






El desagradable término de “poetisa”, diminutivo y peyorativo, ha sido un limitante para reafirmar a la poeta mujer. Cada vez, y por suerte, semejante palabreja, se ha ido difuminando, quedando solamente el término “poeta” para ellas también. Sin embargo el mundo ha cambiado y con ellos los más elementales conceptos. Uno de ellos el de la feminidad. Cuatro poetas contemporáneas, ecuatorianas todas, y que acaban de publicar en mayoría, junto con tres poetas varones, una selección de su poesía en el libro “La voz habitada” nos hablan, desde el lente de una mujer creadora, del acto de ser mujer en esencia en una época donde las esencias ya se han mezclado con otros aromas.



Marialuz Albuja Bayas

Las mujeres somos fascinantes. Lo digo por otras mujeres que conozco. Y lo digo por mí. Sin embargo, nuestros tesoros pueden quedarse fácilmente enterrados si no hacemos todo lo posible por rescatarlos del polvo y encargarnos de que se vuelvan parte de nuestra vida. Somos terrenales, y esa misma ‘terrenalidad’ nos garantiza el acceso a las profundidades del alma. Podemos crearlo todo, desde los hijos hasta los proyectos, delirantes o no, que ocupen el centro de nuestra motivación. Las mujeres modernas somos una mezcla de Atenea y Afrodita, siempre en pugna. Pero todas, en el fondo, añoramos regresar a los caminos de Afrodita. Nuestra esencia es la búsqueda –que no da lugar a extravíos– de ese espacio donde podemos ser lo que queremos. Por eso, mi poesía ha sido, y sigue siendo, siempre búsqueda. No de un puerto, ni de un sentimiento, ni de una verdad, sino del espíritu femenino que me habita con la generosidad más absoluta para que yo beba de su cántaro siempre que así lo desee.

Julia Erazo Delgado


El potencial de la maternidad hace del cuerpo femenino un cuerpo fuerte y ello se confirma en su proyección y representación particular. Lleva la sabiduría protectora para que la especie humana no se extinga. Ello de por sí la engrandece, sin embargo, hablar de mujer es hablar de algo más. La mujer ha cumplido varios roles, no siempre justos, a lo largo de la historia. Ello le ha permitido desarrollar facultades emocionales y físicas difíciles de superar como la tolerancia, la resistencia, la paciencia, la capacidad de resolver varias cosas a la vez, la intuición, la estrategia. La mujer fue invalidada como ser humano por siglos, relegada a tareas domésticas y manuales. Por suerte, ahora, después de haber conquistado muchos espacios que le correspondían, por fin tiene la oportunidad de expandir su inteligencia y su sensibilidad hacia nuevos horizontes. Y lo mejor es que puede hacerlo como profesional, intelectual, artista, madre, compañera, ama de casa, todo a la vez, y no morir en el intento.


Ana Cecilia Blum


La historia ha sido interpretada según los principios patriarcales de la cultura. La presencia y la labor de la mujer se han visto devaluadas frente a la del hombre porque a lo largo del tiempo ella aparece como un contribuyente marginal al desarrollo y a la experiencia humana y social. Ante este escenario, la esencia de la mujer devela su fortaleza interior en acciones concretas y en su resistencia para enfrentar desafíos individuales y colectivos.
Su esencia la hace diferente, pero igual al hombre. Diferente, porque el mundo del hombre es como un gran mapa, mientras que el de la mujer está cargado de detalles. Igual, porque también la mujer posee la capacidad de transformar la cultura y la historia siendo líder, escritora, educadora, científica, artista y ciudadana responsable. Las viejas concepciones la encerraban en un círculo de dulzura, virtuosismo, maternidad, tolerancia y víctima de las circunstancias. Hoy, la esencia de la mujer cruza las calles, ocupa una banca escolar, se sienta en una silla presidencial, asume con miedos o sin miedos el comando de sus días.


Carmen Inés Perdomo Gutiérrez


La palabra que para mí define a la mujer es “intensidad” que en un sentido amplio implica un ser total. La vida de la mujer surge de experiencias, a veces, atravesadas por el dolor, piedra angular desde el que levanta esas frágiles pero al mismo tiempo perdurables estructuras que son sus vivencias. Ellas se construyen gracias a un oficio que la mujer, en este caso la poeta, lleva hasta las últimas consecuencias bordeando los límites del caos en donde cada palabra y cada pausa se acoplan para engendrar el cuerpo liviano de la hoja escrita.
Muchas veces nos vemos atadas al fracaso o a la sumisión, ese olvido de nosotras mismas es el protagonista de los silencios y hace que en un acto de fe libere la más ardua y feroz batalla con las palabras que son las que asestarán el golpe final.
Este laberinto de sueños e inquietudes me impulsa a encontrar la salida y es la voz que me libera de las sombras y me permite crear. Esa es la esencia fundamental de mi ser.

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