viernes, junio 12, 2009

ESTU FUIMOS EN LA FELICIDAD según Maldonado y Junieles



Un buen amigo es un tesoro, dice la Biblia, y en su texto Xavier Oquendo reproduce esta máxima, la reedita, la reelabora y la recrea. Un paseo nostálgico por la adolescencia, más allá de los conflictos existenciales, el duelo por el cuerpo de niño, la pérdida de la inocencia y todas esas cosas que convierten la mejor de las edades en el peor de los tormentos.
En un tono coloquial, desenfadado, con apuntes a veces un poco prosaicos, Xavier Oquendo reflexiona sobre años y personajes atrapados en una etapa de la vida en donde la amistad se convierte en un eje y un aprendizaje de la vida que no nos da ni la familia ni la educación formal, que no se adquiere en los libros (salvo quizá en algunos libros de poemas, como este) ni en los problemas de álgebra.
Como siempre, la palabra de Xavier puede emocionar y sorprender. Puede llevarnos a visualizar momentos ajenos y también a evocar los propios vericuetos del recorrido por situaciones iguales o parecidas a las que Oquendo redescubre y redescribe en estas páginas.
Esto fuimos en la felicidad acude a la nostalgia por un pasado que evocamos con ojos parcializados, tema recurrente de la poesía y de las artes en general, y con esa materia conocida reconstruye las vivencias y las emociones de un tiempo que solamente vuelve a través de la magia de la palabra hecha poema.

Lucrecia Maldonado


Toda poética es la fundación de una nueva realidad, a partir de una suma de perplejidades. Hay una misteriosa lumbre en las palabras de Xavier Oquendo. Su palabra nos protege de la ceguera que origina mirar de frente a la realidad. Mucho de todo lo perdido en nuestro tránsito regresa cuando leemos a Oquendo: las astillas de la memoria, nuestros sueños diseminados, la vida que nos ha robado el tiempo y el ámbito que debemos vivir. Esta palabra nace de su límite, cierra el silencio para liberar la palabra, costillas que evitan que el corazón salga rodando por el piso. Palabras con rostros donde leemos gestos donde nos reconocemos. Parece que cada palabra de Oquendo estaba allí para nosotros desde siempre, como la rama de un árbol que durante años crece, para sostener un pájaro que pronto levanta el vuelo.

John J. Junieles
Escritor colombiano
Premio Internacional de Poesía Nicolás Guillén.

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