martes, junio 03, 2008

Bogotá: Encuentros (2da. Parte)

Sin pretender nada más que contarle a gritos a los lectores mi experiencia bogotana con la poesìa, trabajo en este texto como una suerte de mapa en donde la sorpresa aflora como una alergia.

Aquí mi pequeño mapa:

ENCUENTROS


PABLO MAIRE

Conocí al poeta chileno Pablo Maire en Quito. Otro poeta, el también chileno Marcelo Novoa Sepúlveda (a quién -coincidencias de la vida- conocì en Bogotá -en un encuentro de narradores, organizado por el Convenio "Andrés Bello"- hace más de 10 años) me acercó a él. Llegaba a Quito inédito y de turismo, me habló de sus "versos de espalda", y meses más tarde me llegó su libro editado en gran formato y con el color negro como luz. Un fuerte sacudòn de imàgenes es su contenido. Su continente es una forma enfadada, un deslìmite, un desmadre creacionista.

Me dio gusto verlo en Bogotà y que sus lecturas sean tan sentidas y sosegadas. Que se mezcle con la entonaciòn de su poema, que conozca que cuando uno lee a su pùblico, debe de hacerlo de verdad.

Buen poeta, Pablo Maire. En su poética hay un manejo de un còdigo, unas imàgenes sorprendemente escondidas bajo el follaje de las palabras, hay una forma que hace entender que tenemos poeta para rato.

EFRAÍN BARTOLOMÉ

La figura de Efraìn es, a mi juicio, uno de los poetas màs entrañables y queridos que recuerdo en un encuentro de poesìa. Una voz que reconoce en sì mismo el poema real. El poema se forma en el poeta. Y luego, claro, su palabra, la que ha despertado tanta importancia en la actual poesìa mexicana y que ha ganado muchos de los màs importantes concursos de poesìa de Mèxico y el mundo.

Lo conocì en el año 1999 en Mèxico, en la maravillosa ciudad de Oaxaca, en donde se respiraba, como dìrìa la poeta ecuatoriana Julia Erazo "El terror de las paredes blancas". Allì estaba èl con la misma cara de Bogotà. Allí, tambièn, su bella y elegante esposa Guadalupe. Y allì su amor por las ediciones perfectas, su exquisitez sentida, vivida, hermosa.

Gran poeta Efraìn Bartolomè. Cuentan que en Zipaquirà hizo vibrar a los niños de 5 a 10 años. Y lo hizo con su poesìa y su histrionismo. Su teatralizaciòn a la hora de acercar a la poesìa a la gente. Eso es impactante y hermoso. Saber que la poesìa debe estar siempre al servicio de todos. Que las "inmensas minorìas" se replieguen. Asì con este inolvidable poeta.

FEDERICO DÍAZ-GRANADOS

Volver a ver a Federico, amigo siempre, desde hace muchos años. En Quito estuvo, creo, en varias ocasiones. Lo conocì en un gran encuentro de literatura en la ciudad de Ambato, ademàs, la ciudad donde nacì.

Federico es un poeta atípico a los de su generacion, evita a toda causa esa actitud parricida de los jóvenes poetas. Es un poeta querible.

Ademàs de un poeta estupendo. Escuché de él poemas exquisitos, siempre ligados a una comunicación legítima con su lector, sin aspavientos semánticos, siempre buscando el hallazgo legítimo y la sencillez sin evocaciones más que las de su propia maestría poética. "Hijo de envidiable estirpe", como díria el escritor Raúl Pérez torres, sobre aquellos poetas que tienen una ascendencia poética ligada a la herencia. Su padre, José Luis Díaz-Granados, el poeta homenajeado en este encuentro, tiene esa misma convicción de humildad, nada de vanidades
impolutas ni malas vibras. En ellos hay actitudes de verdaderos creadores. Con ellos se justifica aquello de que la poesía sale de alguien que busca, en su grandeza, la sencillez, así como el buen Borges que en su arte poética dice que lo más grande de su vida resulta "mirar el río".















2 comentarios:

Yohanna Jaramillo dijo...

Osea Yoh no estoy en tu mapa??' (Snif-Snif)

Yohanna Jaramillo dijo...

ah! Yoh no estoy en tu mapa...(Snif-Snif)