miércoles, mayo 03, 2006

SALVADOS DEL NAUFRAGIO

Este es el único libro de poesía que he escrito. Está compuesto por aquellos poemas que quiero salvar del olvido.
He decidido rasgarme las vestiduras en este largo y necesario trabajo con mi poesía ya publicada.
Hace exactamente quince años, en noviembre de 1990, recién graduado de bachiller, publiqué (tan incipiente en su contenido como en su continente) una plaqueta de versos, que me hizo sobrevivir en el intento. Recuerdo el día que lo presenté: llovía sobre Quito, y yo lloraba.
Pasaron tres años, aproximadamente, antes de una segunda publicación. Siempre creí que librándome del fantasma del libro “terminado”, conseguiría empezar un nuevo discurso. Los primeros cuadernos de poesía se publicaron con prisa y, ahora, de ellos, queda muy poco. No resucitarán. Sirvieron, solamente, para soñar en la posibilidad de tocar, alguna vez, la lira, y tratar de dar un concierto en algún galpón del Parnaso.
Con esta declaración no estoy negando toda la poesía que publiqué y con la que disfruté gratamente largos años de mi vida.
Pero hace tiempo que vengo pensando en un libro único, que recoja lo que, para mí, sigue siendo válido. Muchos textos ya no son sino figuras lingüísticas que recuerdan algo, como las fotografías veladas y amarillas.
El gran inspirador de este libro recolector, es el enorme poeta andaluz Luis Cernuda y su libro La realidad y el deseo. Lo concibió en 1936. El volumen era un compendio de la poesía que había escrito hasta esa época (Cernuda nace en 1902 y publica su primer libro en 1927), pero siempre volvió sobre ella y la reela­boró. Incluía, además, poemarios inéditos, a los que, en segundas ediciones, volvía a enfrentarlos, haciendo cambios pertinentes, convirtiendo, a las ediciones anteriores, en versiones de la nueva. Esto lo hizo hasta el fin de su vida en 1963 (hubo ediciones en 1940, 1958 y 1964). El texto se fue transformando con el tiempo, hasta que la muerte paró este eterno ejercicio.
***
Salvados del naufragio me ha hecho pensar en la levedad del poema frente al tiempo, pero, más que nada, ha despertado mi gusto por la reescritura, más que por la escritura misma de poesía.
El poema Tiempo de hijos y el primer cuaderno La cruz de la ceniza, son inéditos. Han reposado más de tres años. Al volver sobre ellos, comencé a excavar en su estructura. Mejor, comencé a excavar en mi estructura, porque en uno mismo está esa intuición sin lenguaje que es la poesía, pero que en muchos de los casos no se refleja en ella.
El resto de poemas que forman este libro han sido publicados anteriormente. He decidido no cambiar los nombres de los títulos originales de los poemarios que los contenían. Algunos de los poemas han cambiado su título, otros han sido titulados para esta edición.
Sería absurdo que comience a enumerar los cambios que han sufrido la mayoría de textos, sin embargo diré lo medular:
Los 18 poemas que conforman el segundo cuaderno de este libro, titulado Música de ciudad fueron extraídos de los poemarios Guionizando poematográ­ficamente, de 1993; ...Detrás de la vereda de los autos, de 1994; y El (An)verso de las esquinas, de 1997. Historia luna es el único poema extraído del poemario Calendariamente poesía, publicado en 1992. Pocos son los sobrevivientes de esta época.
Después de la caza, de 1998 y La conquista del agua, del 2001, conforman, junto con el mencionado La cruz de la ceniza, el material del primer cuaderno. Un hilo conductor une en saga a los tres momentos de este primer momento, donde se deja notar un leit motiv, que logra -eso espero- una vía de preocupación distinta al segundo cuaderno, y al último poema crono­lógicamente incluido, que es el primero de este libro.
Para embarcarme en la empresa de la reescritura, siempre me sujeté a una norma básica: no extraer del poema la intención original y el ritmo. Dejar en él, el mismo sabor, el mismo motivo, la misma emoción en que fue concebido su original.
Y por último, dejar al libro abierto, y que el tiempo vuelva a decantar en estos frutos. Y después esperar, con humildad, a la poesía que el tiempo dicte.

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