viernes, mayo 14, 2010

MAMÁ



Ayer festejamos el día de la madre. Es decir el día del ser humano. La perfección del mamífero consiste en la madre. Antes y después de ella, nadie podría sobrevivir. La inteligencia debe ser materna, porque la convivencia con el calor de mamá es lo que nos hace ser distintos a los otros animales. Gracias a los “opalinos rezagos de la leche materna”, como bien dice el poeta, el ser humano es un cuerpo evolucionado, sujeto a una vida mejor.
Mi mamá es ambateña de cepa, se llama María Teresa Troncoso Toro, su madre, que también fue mía, se llamó Palmira Toro Navas de Troncoso. Ellas me enseñaron a vivir. Mi infancia tiene también una tía importante: Marta Eloísa Troncoso Toro. Entre ellas hicieron la vida de nosotros: seis nietos somos: los Oquendo Troncoso y las Zaldumbide Troncoso. Nos enseñaron de todo: el amor, el valor, el trabajo, Dios, lo “bueno”, lo “malo”, lo “feo”, lo políticamente correcto, lo infructuoso, es decir formaron el corazón de nuestro niño interior, el mismo que nos guiará por siempre. Y al mismo que negaremos, también. Así es la vida.
Mi madre sigue igualita que siempre, es una mujer vanguardista de pensamiento. Una mujer contemporánea. No se quedó arrimada en las creencias del pasado, siempre fue rápida y práctica, siempre ha estado al pie de sus hijos, esperando el llamado.
En estos últimos tiempos, mamá ha tenido que afrontar y acompañar la enfermedad de papá. Y papá ha vuelto a vivir gracias a mamá. Es decir que madre no solo es eso, madre es esposa también y es compañera.
Así como yo, que tengo a mi lado a Julia Erazo Delgado, con quien vivimos hace 10 años casados, pero a quien conocí hace más de 20 y desde allí hemos permanecido juntos. Julia es mamá de Juan Javier ý José Julián Oquendo Erazo, mis hijos, dos niños de 9 y 7 años respectivamente. Ellos están haciendo y deshaciendo el mundo con el niño que son y que llevarán por siempre. Este niño formado por la perfecta mano de escultor de una mamá. Del mejor ser que desde siempre fue mirando la evolución del mundo y fue creando la belleza, el futuro y la maravilla de vivir.
Dios debería ser mujer. Y debería ser madre.

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