viernes, mayo 14, 2010

ARTIEDA Y LAS EMOCIONES


A Fernando Artieda lo conocí hace años en un recital de poesía en Quito. Cuando salía al escenario con su voz de huracán dejaba sin respiración a los escuchas. Nunca hablé nada con él. La última vez que lo vi, ya en una silla de ruedas y casi sin poder hablar, yo y él y todos los que estábamos por allí, teníamos el “corazón en la boca”. Un hermoso homenaje que preparó la Casa de la Cultura Matriz, junto con la presentación de su obra completa en la Colección “Poesía Viva”, más un emblemático acto de amor nos puso el alma de mistela.
Todos lloramos un poco, porque todos vimos llorar a Fernando de emoción: sus hijos estaban allí, leyéndolo como si fueran sus parlantes, mientras que Artieda lloraba porque se había quedado sin voz, luego de que hace ya muchos años, su voz ocupaba todos los auditorios y nos hacía llorar ante su desmedido talento de recitador, pero las emociones habían cambiado. Ahora salían las lágrimas porque su voz había dejado de tronar, era como si le tocara entregar la posta a sus herederos. Ahora Lenin Artieda (además, un excelente periodista) leía los poemas de su padre, tratando de alcanzar esas notas hermosas que el viejo Fernando alcanzaba cuando le cantaba al Guayaquil cantinero y rockolero, cuando salía la voz corto punzante de Jota Jota en su poema monumental sobre la muerte y el velorio del héroe de la canción popular de nuestro país.
Artieda será grande porque fue original, Nunca quiso escribir como los “exquisitos”, nunca se hizo el estrecho (solo, tal vez, cuando protagonizó esos malos tiempos para la política, con Abdalá Bucaram, a quien también hizo hablar a través de su vozarrón inteligente), nunca se negó a sí mismo, cambiando su estilo o desdibujándose en el sensacionalismo de lo críptico. Es decir, nunca fue “políticamente correcto” ni en la vida ni en la muerte. Hoy lo perdimos, pero siento que ya lo perdimos antes, cuando su enfermedad lo atrapó en las fauces de su silencio. Silenciar a Artieda siempre será difícil, porque su poesía quedará fresca allí, para ser entendida por las grandes masas. Además su poesía ha sido musicalizada y ahora suena a ritmo de trópico. Si Jota Jota viviría él también cantaría al Ronco Artieda.

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