miércoles, junio 25, 2008

Entrevista: Iván Oñate/Poeta. Por Margarito cuellar

“La poesía es quien nos elige”

El ecuatoriano estuvo en la ciudad para presentar El país de las tinieblas. Aquí abre un poco sus páginas personales.

Oñate es catedrático de la Universidad Central de Ecuador. Ha representado a su país en diversos foros internacionales. Tiene un libro de cuentos: El hacha enterrada. Ahora le habla a los lectores de MILENIO Diario de Monterrey.

¿Qué plantea tu nuevo poemario?
Al contrario de lo que muchos piensan, la poesía es quien nos elige. Ella determina el cómo, dónde y cuándo de esa cita definitiva. Eso ocurrió con El país de las tinieblas. Ella vino a decirme que en el corazón de todo sueño mora una pesadilla. Un guía de frontera, de pronto, me transportó a una realidad extraña. Conocí los bordes y los extremos de nuestras vidas. Pero, sobre todo, que el borde extremo habita en el medio. En la mediocridad de la existencia.

¿Es importante que se haya publicado en México?
Sin lugar a dudas. Para la infancia de un sudamericano, los dos polos culturales por excelencia, siempre fueron México y Argentina.

Pero mi alegría responde a algo mayor. Decía Borges que a la realidad le gustan las simetrías inexplicables. Eso ha ocurrido ahora. Mi primer libro se publicó en la Argentina, prácticamente, casi sin que yo lo supiera. Ahora, gracias a la generosa sorpresa de la Universidad Autónoma de Zacatecas, vivo esa simétrica maravilla.

¿Cómo sientes el panorama de la poesía de tu país en relación con la poesía sudamericana?

Aunque tengo formación sociológica, no me gustan las generalizaciones en poesía. Cada poeta carga con su propio destino. Con su voz en ese instante que es la eternidad. Pueden variar las formas, pero en el fondo —felizmente— perviven las preguntas fundamentales. Eso hermana y alienta a todo panorama.

¿A qué le escribe Iván Oñate?
Se escribe cuando se hace prosa. De lo contrario es la poesía quien nos escribe. Es exactamente como en el amor. Uno no puede escribir “como” si estuviera enamorado. Se está o no se está enamorado. Lamentablemente, esto rige también para el dolor. Por eso, los poetas que me atrapan por el cuello, son aquellos que me hacen sentir su destino insoslayable. No había alternativa.

martes, junio 10, 2008

Poetas en el país de las bombas. Por Margarito Cuellar. Fotografìas de Víctor Cabrera)

Poetas en el país de las bombas. Las lluvias de invierno han provocado que mayo sea el mes más cruel, afectando al menos 16 departamentos (entidades federativas). Los ríos Cauca y Magdalena desbordados. “El agua se metió en medio país”, se lee a ocho columnas en El Tiempo. Un temblor de 5. 5 grados en la escala de reichter causó temor entre los habitantes de Bogotá y ocasionó derrumbes que afectaron con cierta gravedad localidades como Cundinamarca, Meta, Casanare, Boyacá, Huila y Villavicencio.
Ante este escenario, al que hay que agregar la intención manifiesta del presidente Álvaro Uribe de reelegirse por tercera ocasión, se llevó a cabo, la última semana de mayo, el XVI Festival Internacional de Poesía Bogotá, organizado por el poeta Rafael del Castillo, con el apoyo del Ministerio de Cultura, la Secretaría de Cultura, la Casa de Poesía Silva, la Fundación Gilberto Avendaño y las alcaldías cercanas a Bogotá.
De Chile arribó Pablo Maire; de Uruguay Gerardo Ciancio, Roberto Genta y Enrique Bacci; de Canadá Patrick Woodcock; de Guatemala Francisco Morales; de Argentina Marcos Silber; de Venezuela Gustavo Portella y Ernesto Román; de Ecuador Xavier Oquendo y Marcelo Báez. Los vates latinoamericanos llegaron silenciosos entre una serie de restricciones por cuestiones de seguridad. Pese a ello, por lo menos dos robos fueron reportados. Uno afuera del hotel y otro en el legendario barrio de La Candelaria. Los poetas uruguayos Enrique Vacci y Gerardo Cianccio fueron despojados de 700 dólares a las afueras del Hotel Dann, que hospedó a los asistentes al festival. Al salir de un recital de Casa de Citas, el poeta colombiano Manuel Pachón fue interceptado por un hombre que lo despojó de sus valores.
El año pasado el autor de esta nota había sufrido los estragos de la delincuencia en el populoso Barrio de la Candelaria. A unos minutos de la clausura del festival, cuchillo en mano y a la voz de “no se mueva o lo chuzo”, dos hombres lo despojaron de sus pertenencias.
La artillería poética de México, país al que fue dedicado el festival, la encabezó el poeta Eduardo Lizalde, seguido por Antonio Deltoro, Eduardo Langagne, Fabio Morávito, Johanna Jaramillo, José Ángel Leyva, Efraín Bartolomé, Raúl Renán, Rocío Cerón, Víctor Cabrera, Jessica González, José Antonio Alvarado y Margarito Cuéllar. A última hora declinaron José Emilio Pacheco, Silvia Tomasa Rivera y Juan Bañuelos.
Por el país anfitrión participaron José Luis Díaz-Granados (poeta homenajeado), Mario Rivero, Jotamario Arbeláez, Catalina González, Juan Felipe Robledo, Rafael del Castillo, Fernando Linero, Fernando Herrera, Juan Felipe Robledo, Federico Díaz-Granados, Darío Sánchez, Celedonio Orijuela, Álvaro Miranda y Federico Cóndor.
Durante cinco días hubo recitales en colegios públicos y privados, universidades, bibliotecas, en la Casa de Poesía Silva, la Fundación Gilberto Alzate Avendaño, parques, centros comunitarios, librerías, la calle y vagones de tren, incluso en catedrales.
Enzia Verduchi, titular de literatura del INBA, inauguró en la muestra fotográfica “De cara a la poesía –imágenes de poetas mexicanos”, en las que los rostros de Octavio Paz, Griselda Álvarez, Enriqueta Ochoa, Francisco Cervantes, David y Efraín Huerta, así como los de los poetas asistentes a la fiesta de la palabra, cuelgan de las paredes del flamante Centro Cultural Gabriel García Márquez del Fondo de Cultura Económica.
Los colombianos se sienten identificados con la cultura Mexicana. Por lo menos la música, el cine y las telenovelas no les son ajenos. Varias generaciones crecieron viendo las películas de la época de oro del cine mexicano, conocen a conciencia quién es Cantinflas, Tin Tan, Marcelo, La Chilindrina, El Chavo del Ocho, Jorge Negrete, María Félix, Angélica María, Verónica Castro. Se saben parlamentos enteros de programas que hicieron época y ya hasta los narcocorridos son objeto de culto en la industria de la piratería.
Otro temblor se dejó sentir en este país con la muerte de Manuel Marulanda, Tirofijo. El deceso del legendario combatiente de las FARC, el guerrillero más viejo del mundo, en realidad fue en marzo, aunque es ahora cuando el gobierno de Uribe da a conocer la noticia. Las estaciones de radio invierten parte de su tiempo preguntando a su auditorio si consideran que Marulanda vive o no.
Tal vez el evento más polémico del festival fue el seminario “La poesía mexicana no descansa en Paz”, que contempló temas como “El legado de Paz: convergencias y divergencias”, “Poesía mexicana actual, transiciones y rupturas”, “Poesía indígena en México y otras regiones” y “Poesía mexicana escrita por mujeres: tradiciones y certezas”.
El poeta Eduardo Lizalde consideró que el tema resultó incomodo, “peyorativo y no invita a la reflexión profunda. Percibo un tufillo de rencor poético contra Paz. Octavio Paz era un verdadero gladiador dialéctico: combatió partidos, ideologías, sus propias ideas. Paz discutía consigo mismos, de manera permanente, era un hombre en llamas”.
No hubo conclusiones, acaso atisbos y acercamientos parciales. Para Raúl Renán Octavio Paz “representa la conciencia crítica del lenguaje. Su influencia en cuanto a formación de lectores no es suntuosa.” Destacó como seguidores del autor de El laberinto de la soledad a Manuel Ulacia, Marco Antonio Campos y Carlos Isla.
El poeta chiapaneco Efraín Bartolomé expresó que hay una ausencia de los autores clásicos en la formación de los autores jóvenes. Hace un recuento desde los años 70 a los noventa de la vida poética en México, abundando en las publicaciones marginales hasta llegar a los primeros años del siglo XXI. En su ponencia denominada “Trece estaciones y doce gotas en el río de la poesía mexicana”, descubrió con sobriedad, estilos, atmósferas, tendencias, vicios, virtudes. “La selva –dijo- aún no permite ver los árboles de excepción. Es tiempo de obviar la autocomplacencia. Es conveniente, cada vez más, darle sentido a las palabras de la tribu.” Su clasificación de la poesía mexicana se adjetivó en “barrocos, neobarrocos y antibarrocos; vanguardistas y tradicionalistas; secos y candorosos; rastreros y trepadores; pachequistas y pachecos; norteños y suristas; zuritas y basuritas.”
Una de las conclusiones fue que ningún país latinoamericano tiene un sistema de estímulos a la creación artística. Los programas de becas del Conaculta son apabullantes, lo que en opinión de Morábito degenera en un “exceso de profesionalización de la literatura, se suprime la confrontación con los poetas pares y lo más contundente: las becas no contemplan el fracaso de un proyecto”.
Para Antonio Deltoro es necesario reivindicar la función del estado, tanto en la cultura como en la economía. Eduardo Langagne expresó que “el problema es que la falta de lectores no le atañe a un país específico sino que es universal.”

Miseria y poesía
En la estación de la Sabana hay un viejo edificio de principios del siglo XX. Simboliza en cierta forma el renacimiento del sistema ferroviario y la puesta en marcha de los trenes. El gobierno colombiano decidió poner en movimiento toneladas de acero cediendo a particulares el Tren Turístico de la Sabana, que durante el festival se convirtió en el tren de la poesía.
El público pagó puntual sus tickets. Los poetas leyeron sus poemas, contaron chistes, bailaron, tomaron aguardiente, tequila y cerveza; admiraron un paisaje de vacas felices, perros famélicos, briosos caballos, sembradíos de maíz, borregos mansos, gallinas culonas. Un sol lánguido los acompañó en la trayectoria de tres horas.
Entre movimientos bruscos la poesía imponía su ley. “Si te tapas la oreja izquierda oirás el infierno. / Había una tercera oreja que no cabía en la cara / la pusimos en el pecho y comenzó a latir”, leyó Favio Morábito de un poema escrito al vuelo.
La rumba poética siguió. “es un espacio de resistencia espiritual”, dijo Robinson xxxxxx, uno de los organizadores. “Quiero plantar un árbol de silencios / y sentarme a esperar a que sus frutos caigan” (Deltoro); “Sabe el tigre que es tigre…/ y bebe a diario tigres en los aguajes” (Lizalde). “Cuando niño, la tierra era plana / había sueños y trenes” (Langagne).
En cada estación –Usaquén, La Caro, Cajica y Zipaquirá, el monstruo de fierro y vapor se detenía diez minutos para abastecer de agua la locomotora.
La parte oscura del recorrido fue la atmósfera de miseria en las afueras de Bogotá. Miles de casas que apenas se sostienen. Ahí viven los recicladores. Los que buscan su sustento en las bolsas de basura del centro de la ciudad. Otros ni siquiera eso tienen. A ambos lados de las vías, cientos de personas tienen como hogar un pedazo de cartón o de plástico, una lámina, un hueco en la maleza. Son los desechables, hombres y mujeres jóvenes que han elegido la droga como destino y la calle como casa. Los hay de todas las edades: mujeres de 20 años con la mirada perdida en las nubes altas y blancas, fumando el primer cigarro de mariguana a las nueve de la mañana, echando bazuco (una especie de cigarro mitad cocaína mitad marihuana) o simplemente resguardando pertenencias y cuidando su territorio.

Catedral de la Sal
Zipaquirá fue el destino final. En una impresionante mina convertida en Catedral de la Sal, a 180 metros bajo tierra, las potentes voces, casi histriónicas, de Jotamario Arbeláez, Eduardo Lizalde y otros poetas invitados, sonaron fuerte junto a los acordes de Bach y fueron gratas a la memoria de un público exigente, atento, entregado.

Chía
Otra de los espacios en los que la poesía habló en voz alta fue en Chia o “lugar cerca de la luna”, territorio de los antiguos indígenas precolombinos en el Valle de Bacatá.
Ante unas quinientas personas reunidas en la plaza, cual estrella de rock, el poeta fundador del nadaismo, guerrero de mil batallas poéticas, complació a un público, integrado en su mayoría por jóvenes, que le pedía a gritos un poema más.
En esa ciudad los poetas se dieron cuenta, después de comer en Andrés Carne de Res, que García Márquez en realidad no escribió nada, sólo tomó nota y transcribió lo que veía en su país, tal y como lo comentó en su lectura el poeta argentino Marcos Silber.
Andrés Carne de Res es un sitio que contrasta con la miseria del país. Decir que es un sitio barroco es quedarse corto. Que explica el realismo mágico no dice nada. Más de cien trabajadores atienden a diario a los comensales. Una sobrecarga de objetos impide cualquier descripción. Lunas de colores que cuelgan del techo, fósiles y antigüedades se mezclan con la música, la acción de arlequines y actores. Entre corazones de papel y cervezas decoradas con mariposas alarmillas los poetas fueron coronados reyes de lugar.

Plegaria de los ciegos caminantes

Paradojas de la guerra. Pese a los millones de desplazados por la violencia, que se ejercen en este país con vocación de horror y nota ciega, por las FARC, el ejército, paramilitares, narcotraficantes, bandas de secuestradores y sicarios, la rumba en Bogotá es infinita. De hecho Colombia es considerado el país más alegre del mundo.
Los poetas asistentes al festival lo saben. Por eso ahora que se dirigen al aeropuerto El Dorado para volar hacia sus respectivos países, quizá recuerden en 19 con Quinta, afuera de la disco La Kapital, los pordioseros se desplazan como con su plegaria de ciegos caminantes.

En las Fotografìas: Primera foto: Jotamario Arbeláez / Segunda Foto: Margarito Cuellar y Víctor Cabrera

jueves, junio 05, 2008

BOGOTA: LOS HALLAZGOS (3era. Parte)

En mi mapa sobre los descubrimientos en Bogotá, me encuentro con los siguientes nombres:


VICTOR CABRERA


Víctor Cabrera (Arriaga, Chiapas, 1973). Es narrador,
poeta y editor. Estudió Letras Hispánicas en la Facultad de Filosofía y Letras
de la UNAM. En 2001 obtuvo una mención honorífica por su libro Episodios
célebres (Instituto Mexiquense de Cultura, 2006) en el Certamen Nacional de
Narrativa “Gerardo Cornejo”, organizado por el Instituto Sonorense de Cultura y
el CONACULTA. Ha publicado cuentos, poemas y reseñas en revistas como
Universidad de México, Periódico de poesía, Alforja, Etcétera y Punto de
partida. En 2004 publicó la plaquette Diez sonetos. Actualmente es becario del
programa Jóvenes Creadores del FONCA en el área de poesía.

Me ha extrañado escuchar sonetos en la voz de un joven poeta mexicano. Me ha dado gusto. Además, me ha admirado mucho esa soltura en su concepción rítmica. Un estilo definidor, algo que dice, algo distinto. Además de ser un poeta experimentalista, un transgresor, huidor profesional del cánon, del "establishment".


Ducha



para Fabio Morábito



En el piso de arriba alguien se baña,
alguien ahí se lava de su sueño
a orillas de mi insomnio.



Yo escucho el agua nacer en el silencio,
poblar los muros de líquido reposo,
ganar la tubería como una savia.



Un musgo que así creciera hacia la entraña:
tranquilo, elemental, pero constante.
Un arroyo que así nos habitara.



Alguien se baña un piso más arriba,
más alto alguien entona la mañana
y al hacerlo, sin saber,
me purifican.


FABIO MORÁBITO

De un acento mestizo. Hablando con el dialecto amexicanado en mezcla con ese halo europeo, Favio morabito nos conmovió con su poesía. Se nota claramente que hay en su discurso un prendido movimiento de vanguardia, una astucia para hacer de su poesía una pieza desligada de la lírica y amaparada, más bien, en recursos narratológicos y expresiones que conducen la buena prosa.
Cultísimo y sencillo: dos ingredientes que van bien para un poeta del nuevo milenio. Sin poses ni figuraciones infundadas, Morabito es una de las voces más consideradas en la poesía mexicana actual.
El poema "In limine" es una deliciosa evocación a su vida transmigrante. Una suerte de autobiografía en donde se verifica a grandes rasgos su enorme sensibilidad.


In limine

Por el perdón del mar
nacen todas las playas
sin razón y sin orden,
una cada cien mares.

Yo nací en una playa
de África, mis padres
me llevaron al norte,
a una ciudad febril,
hoy vivo en las montañas,

me acostumbré a la altura
y no escribo en mi lengua,
en ciertos días del año
me dan vértigos y mareos,
me vuelve la llanura,

parto hacia el mar que puedo,
llevo libros que no
leo, que nunca abrí,
los pájaros escriben
historias más sutiles.

Mi mar es este mar,
inerme, muy temprano,
cede a la tierra armas,
juguetes, sus manojos
de algas, sus veleidades,

emigra como un circo,
deja todo en barbecho:
la basura marina
que las mujeres aman
como una antigua hermana.

Por él que da la espalda
a todo, estoy de frente
a todo con mis ojos,
por él que pierde filo,
gano origen, terreno,

jadeo mi abecedario
variado y solitario
y encuentro al fin mi lengua
desértica de nómada,
mi suelo verdadero.

Fabio Morábito nació en Alejandría, Egipto, y vive en México desde 1965. Es autor de los libros de poesía: Lotes baldíos (FCE: 1985), De lunes todo el año (Joaquín Mortiz: 1992), Alguien de lava (Era: 2002). Sus libros de ensayo son: Caja de herramientas (FCE: 1989), El viaje y la enfermedad (1984), Los pastores sin ovejas (El equilibrista: 1995) y También Berlín se olvida (Tusquets: 2004). Como narrador, ha publicado La lenta furia, La vida ordenada y Grieta de fatiga en Tusquets. Recientemente, Circulo de Lectores publicó su traducción de la poesía completa de Eugenio Montale.


YOHANNA JARAMILLO

Un ritmo muy propio. Una poesía desenfadada, desenchufada. Fuerte. Directa. Torrente puro. Expresión soez y dintinta. Jaramillo es una poeta hecha de golpes. Esta sazonada con su vida mas que con lecturas o manifiestos literarios y poéticos. Un hallazgo de quilates para la nueva poesía mexicana. La tijuatanense lanzó sus dardos líricos al público de Bogotá con solvencia y serena voz. En sus versos se identificó esa atmósfera recurrente de suave punzada, así como son y seguirán siendo los poemas de Oliverio Girondo, por ejemplo.

-ahora-

Ahora la crueldad vive de los hombres
no ella para ti
de tú sólo los aviones flotando en el aire
con el viento que exhalo
halo de la piel que emana mi rodilla
cortada por el cuerno del toro
trotando en tu dirección

-ahora-

su

"él"

tala
(esa alfombra)

y los individuos crecen
en un maquiavélico informe de Gobierno
inventando que padecen de locura
o exigiéndoles un pedazo de limosna
oxímoros intachables
como los dedos de Dios


Yohanna Jaramillo (Tijuana, 1979). Pertenece al grupo Poeta No lugar desde 2005, quienes realizan eventos literarios y círculos de lectura. Estuvo en el taller literario Varia Creación en "Casa de la 9". Actualmente es co coordinadora del Encuentro Caracol de Poesía Tijuana. Ha organizado y participado en varias lecturas de poesía en las ciudades de Tijuana, Ensenada y San Luis Potosí. Participó en el II Festival de Poesía Abbapalabra en 2006, y en el VI Festival Internacional de Poesía en Costa Rica 2007. Tiene publicado el libro Pacíficos.




martes, junio 03, 2008

Bogotá: Encuentros (2da. Parte)

Sin pretender nada más que contarle a gritos a los lectores mi experiencia bogotana con la poesìa, trabajo en este texto como una suerte de mapa en donde la sorpresa aflora como una alergia.

Aquí mi pequeño mapa:

ENCUENTROS


PABLO MAIRE

Conocí al poeta chileno Pablo Maire en Quito. Otro poeta, el también chileno Marcelo Novoa Sepúlveda (a quién -coincidencias de la vida- conocì en Bogotá -en un encuentro de narradores, organizado por el Convenio "Andrés Bello"- hace más de 10 años) me acercó a él. Llegaba a Quito inédito y de turismo, me habló de sus "versos de espalda", y meses más tarde me llegó su libro editado en gran formato y con el color negro como luz. Un fuerte sacudòn de imàgenes es su contenido. Su continente es una forma enfadada, un deslìmite, un desmadre creacionista.

Me dio gusto verlo en Bogotà y que sus lecturas sean tan sentidas y sosegadas. Que se mezcle con la entonaciòn de su poema, que conozca que cuando uno lee a su pùblico, debe de hacerlo de verdad.

Buen poeta, Pablo Maire. En su poética hay un manejo de un còdigo, unas imàgenes sorprendemente escondidas bajo el follaje de las palabras, hay una forma que hace entender que tenemos poeta para rato.

EFRAÍN BARTOLOMÉ

La figura de Efraìn es, a mi juicio, uno de los poetas màs entrañables y queridos que recuerdo en un encuentro de poesìa. Una voz que reconoce en sì mismo el poema real. El poema se forma en el poeta. Y luego, claro, su palabra, la que ha despertado tanta importancia en la actual poesìa mexicana y que ha ganado muchos de los màs importantes concursos de poesìa de Mèxico y el mundo.

Lo conocì en el año 1999 en Mèxico, en la maravillosa ciudad de Oaxaca, en donde se respiraba, como dìrìa la poeta ecuatoriana Julia Erazo "El terror de las paredes blancas". Allì estaba èl con la misma cara de Bogotà. Allí, tambièn, su bella y elegante esposa Guadalupe. Y allì su amor por las ediciones perfectas, su exquisitez sentida, vivida, hermosa.

Gran poeta Efraìn Bartolomè. Cuentan que en Zipaquirà hizo vibrar a los niños de 5 a 10 años. Y lo hizo con su poesìa y su histrionismo. Su teatralizaciòn a la hora de acercar a la poesìa a la gente. Eso es impactante y hermoso. Saber que la poesìa debe estar siempre al servicio de todos. Que las "inmensas minorìas" se replieguen. Asì con este inolvidable poeta.

FEDERICO DÍAZ-GRANADOS

Volver a ver a Federico, amigo siempre, desde hace muchos años. En Quito estuvo, creo, en varias ocasiones. Lo conocì en un gran encuentro de literatura en la ciudad de Ambato, ademàs, la ciudad donde nacì.

Federico es un poeta atípico a los de su generacion, evita a toda causa esa actitud parricida de los jóvenes poetas. Es un poeta querible.

Ademàs de un poeta estupendo. Escuché de él poemas exquisitos, siempre ligados a una comunicación legítima con su lector, sin aspavientos semánticos, siempre buscando el hallazgo legítimo y la sencillez sin evocaciones más que las de su propia maestría poética. "Hijo de envidiable estirpe", como díria el escritor Raúl Pérez torres, sobre aquellos poetas que tienen una ascendencia poética ligada a la herencia. Su padre, José Luis Díaz-Granados, el poeta homenajeado en este encuentro, tiene esa misma convicción de humildad, nada de vanidades
impolutas ni malas vibras. En ellos hay actitudes de verdaderos creadores. Con ellos se justifica aquello de que la poesía sale de alguien que busca, en su grandeza, la sencillez, así como el buen Borges que en su arte poética dice que lo más grande de su vida resulta "mirar el río".















lunes, junio 02, 2008

Bogotá vestida de poema (primera parte)

El lunes 26 de Mayo aterricé en Bogotá. Nublado el cielo, y yo con todas las expectativas. Me recibieron en la fila donde todos esperan. Allí estaba mi nombre colgado en una hoja de papel. Una vez en la ciudad, directamente hicimos ruta al hotel Dann Centro y luego directamente a la bella Zipaquira.


Ernesto Román (estupendo poeta venezolano) y su bella esposa Dora, junto con nuestra anfitriona (una tallerista de Rafael del Castillo Matamoros -organizador incanzable del festival, ya por 16 años-) nos acompañó en el camino lluvioso hacia la Catedral de sal.
Entramos en sus cuevas, luego de una caminata en la que siempre se mantuvo una enorme expectación.
Llegamos hasta el altar de la impresionante construcción minera, el olor a sal y a encierro se hacía cada vez más profundo. Allí, en el momento en que llegamos, se escuchaba la impresionante voz de Jota Mario Albeláez, el gran poeta colombiano, iniciador de Nadaísmo en el hermano país. Un bello poema se encendió en su voz y fue adentrándose en los escuchas con un profundo eco.


Luego, la voz de actor de Eduardo Lizalde, el gran poeta mexicano, para muchos la voz viva más importante del país del norte. Esa voz fluye como un torrente. Es un "tigre", como la alusión metafórica que lo caracteriza en su poesía. De hecho el poeta mexicano mismo lo ha dicho:
El tigre es una figura fascinante desde los tiempos bíblicos hasta la etapa actual y no creo que haya un escritor que no haya mencionado nunca al tigre. El tigre es la imagen de la muerte, de la destrucción, y además, de la belleza; es solamente un instrumento metafórico.


Más tarde, y para terminar (habíamos llegado ya casi al finalizar la inauguración del Festival) sonó la voz firme del poeta homenajeado en el encuentro: José Luis Díaz-Granados. Se dejó oír un poeta cernido por el tiempo. Cimentado en las raíces más frescas y tiernas, en donde la palabra crece de verdad.

Eso, y luego, lamentando no poder seguir escuchando, nos propusimos embarcar el "Tren de la poesía". Así se denominó el tren que llega desde Bogotá a Zipaquirá y visceversa. Me contaron que en la mañana, en el recorrido hacia el bello municipio de la sal, los poetas dijeron sus textos y la euforia estaba allí como una pasajera más.

Luego de ello comenzaríamos desde el martes 27 hasta el Sábado 31 de Mayo una larga semana para escuchar y conocer a la poesía de América Latina.

Todo esto lo iré contando en partes, porque hay mucho que decir y hablar sobre estos bellos días. Esto me sirve, además, para seguir viviendo estos momentos. Ya que el recuerdo es esa otra realidad (acaso la verdadera) para sujetar los instantes y no dejarlos caer en el sofocante pozo del olvido.