jueves, marzo 04, 2010
HAITI
Circulan rumores de que el terremoto de Haití fue provocado por un tipo de armamento fabricado con ese fin por el gobierno norteamericano. Cada vez la prensa no alineada a la CNN sigue comentando el asunto. Si fuera cierto estaríamos frente a un nuevo tipo de genocidio. Hemos sido testigos de muchos casos espectaculares de gente atrapada o muerta en el terremoto gracias al morbo de los medios de comunicación. Hemos visto la absoluta devastación de la economía de un país. Pero luego de ello viene lo peor (¿se puede hablar de algo peor?), una suerte de postguerra, una suerte de post-muerte: la ayuda desinteresada de los miles de marinos norteamericanos que llegan a Haití perseguidos por las cámaras de TV para grabarles el gesto solidario, la mueca adolorida y la mano de ayuda para Haití. Sin ningún tipo de dignidad, el país caribeño pasa a ser el “puro” sentimiento de lástima para el mundo.
Yo no estoy de acuerdo con esto. No me gusta que la TV nos muestre un Haití que sirva para sacarnos lástima solamente. Antes del terremoto nadie fue a veranear a Haití, nadie cambiaría la playa de Haití por la fragorosa playa de Miami, donde hay un shopping gigante. Nadie amaba a Haití, y más bien se consideraba un país exótico y hasta anti religioso, anti ético, anti cristiano, con eso del vudú. Ahora todos lo ven y lo alaban, como si no hubiese un muerto malo.
El país con la economía más pobre de América Latina está en un puesto estratégico en el Caribe. No sería nada raro que Haití se convirtiera en una base militar norteamericana. Después de todo ellos los están “salvando” del terremoto. Después de todo ellos llegan a entregarles las vituallas. La TV ha dicho que los marinos norteamericanos han pedido que la prensa “libre e independiente” desaloje el aeropuerto de Haití porque interrumpe sus labores de rescate y de entrega de agua, comida y “amor”. En poco tiempo veremos un gran Mc. Donalds en Haití. En poco tiempo sus playas serán reinventadas y habrá un shopping en donde comprar la camiseta: “Yo estuve en Haití”.
Por el momento me niego a creer que todo lo que sospecho sea cierto. O como diría Gustavo Ceratti: “Despiértame cuando pase el temblor”.
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